Recordamos el reciente evento deportivo con la excelente participación boliviana, monopolizando la atención y el sano entusiasmo de la población, consiguiendo exaltar su ánimo y orgullo.
Infelizmente, hoy la Unesco expresa su preocupación por el deterioro de patrimonios culturales como efecto del Rally Dakar, coincidiendo con la postura de instituciones como el Consejo Nacional del medio ambiente (Conama), el Consejo de Monumentos Nacionales, y la Sociedad Arqueológica de Chile, que acusan el impacto a recursos culturales únicos e irremplazables, por tratarse de senderos pretéritos y de recursos prehistóricos. Se oponen firmemente a dicha competencia, reflexionando al Gobierno sobre sus reales efectos medio ambientales, sobre todo por el nulo aporte al engrandecimiento cultural chileno. Exhortan finalmente a impedir el ingreso del Dakar al casco histórico de la provincia de Valparaíso y otros sitios.
Mientras tanto, la Fundación para la defensa del medio ambiente (Funam) de Argentina afirma que es inaceptable que la empresa privada francesa haga su gran negocio convirtiendo un simple safari (en principio), hoy en una espantosa arremetida de 450 vehículos, marcas, bebidas, tabacos, etc., de empresas millonarias, en un negocio acaudalado, señalando al evento como un “amasijo” y jauría ensordecedora de bólidos contaminantes, ambulancias, helicópteros, etc., como un arrogante atentado contra el medio ambiente en esta aventura. Y reconviene a los gobiernos que se involucraron para realizar un catastro de daños -urgente y perentorio- de lugares y especies por los que atravesó esta competencia.
En este sentido, organizaciones medio ambientales de Argentina, Chile, Ecuador, Paraguay (que ni siquiera se molestó en enviar representante a París) y Perú, cuya prensa opina: “Francia debería pagarnos por malograr nuestros desiertos, fauna y monumentos arqueológicos” (en alusión al aporte de 6 millones de dólares en promedio de pago por la participación), recomiendan a sus gobiernos la abstención de cualquier futura participación en este proyecto deportivo.
En Bolivia (según el reporte chileno), al margen del daño ambiental y arqueológico está la amenaza a 96 especies de vertebrados, 25 de mamíferos, 61 de aves acuáticas, 41 terrestres, reptiles y anfibios.
Obviamente, sin el ánimo de postular a la “cofradía” de escépticos y/o aguafiestas de este deporte, es necesario hacer conocer al ciudadano y a la población joven, particularmente, el lado oscuro de esta competencia. De hecho, actualmente 50.000 firmas recogidas por la comisión “Stop Rally Dakar”, con apoyo de 24 organizaciones ambientales, lograron del Gobierno francés la supresión de este evento en un territorio marcado por la pobreza y el endeudamiento. Obligaron a “París Dakar” a abandonar las dunas africanas por sus funestos resultados.
No obstante todo lo anterior, nuestro Gobierno sin tomarse un tiempo o al menos un respiro para reflexionar sobre la situación, y/o convocar a un consenso social para la conveniencia o no de esta repetida convocatoria, envió con inusitada rapidez y prontitud a un oficioso representante oficial al país patrocinante, a fin de “ofrecer” sin condiciones nuestro territorio para la cuestionada competencia perfilada para 2015.
En conclusiones, está visto que ofrecer pan y circo es mucho más efectivo y utilitario que la preservación de nuestro entorno cultural y ambiental.
El autor es abogado.
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