Freddy Illanes Vedia
Parte importante de la Comunidad Franciscana, es considerado patrimonio cultural, histórico y religioso de los paceños y bolivianos. Los 474 años de servicio de la Comunidad Franciscana en el valle de Chuquiabo se reflejan en el emblema de la paceñidad en que se ha convertido el templo y convento de San Francisco de la ciudad de La Paz, donde hoy está instalado el Centro Cultural Museo de San Francisco, cuyo diseño museístico y museográfico recupera los principales espacios para, por un lado, acrecentar la fe cristiana y, por otro, preservar uno de los más importantes monumentos de la cultura e historia indo americana, muestra de la pujanza de los habitantes de esta hermosa metrópoli.
Desde las primeras expediciones del Kollao, allá por el año 1539, desde la fundación de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, hasta la época actual, el templo y convento de San Francisco tiene un prestigioso sitial en la historiografía ancestral y cotidiana. Por tal motivo en este espacio se han realizado actos muy importantes para la cultura nacional y universal. Su historia se remonta a 1539, cuando los misioneros franciscanos comenzaron a recorrer la región del Kollasuyo, estableciendo misiones y levantando pequeñas capillas.
El convento y el templo quedaban en el margen izquierdo del río Choqueyapu que los separaba de la ciudad, motivo por el cual los religiosos tuvieron que construir un puente, el primero fue de madera y el segundo de piedra cal y canto, que vincularía en la urbe el “barrio de indios” y el “damero ibérico”, diseñado por el alarife Juan Gutiérrez Paniagua.
El convento y sobre todo la Iglesia de San Francisco son exponentes privilegiados del arte mestizo de la época.
Según expertos, tiene un estilo barroco, fusión entre románico y toscano. La Iglesia mide 58 m. de largo, 26 m. de ancho y el espesor de los muros por lo regular es de 2 m. y en partes llega a los 3 metros. Tiene tres altares con retablo dorado de cedro: el Altar Mayor y dos altares laterales.
El púlpito es de perfecto tallado, tanto como el tornavoz. Sobre el Altar Mayor de la iglesia se ve el escudo de la Orden de las cinco llagas de San francisco. La torre, de estilo diferente, se debe a la donación de los esposos Penny y se la concluyó en 1885.
Desde el púlpito, el virtuoso franciscano Fr. Juan de Dios Delgado apoyó la gesta libertaria en sus sermones y con valentía rescató la cabeza de Pedro Domingo Murillo, dándole cristiana sepultura detrás del Altar de San Antonio de Padua.
Tras años de lucha y una vez conseguida la ansiada independencia, la campana grande que luce la torre de San Francisco tocó con arrebato hasta resquebrajarse el 6 de agosto de 1825, saludando el nacimiento de Bolivia. Ya en los inicios de la República, cuando el Libertador Simón Bolívar llegó a La Paz, visitó primero el Templo de San Francisco y fue agasajado en el refectorio.
Cuenta la historia que fue en San Francisco donde se congregaron los miembros del Primer Congreso de Bolivia para estudiar las leyes de la naciente República. Asimismo se relata que el Mcal. Andrés de Santa Cruz y Calahumana, Presidente de Bolivia, nacido en La Paz, decidió jurar a su cargo a los pies del “Señor del Perdón, Patrono y Protector de la ciudad de La Paz, imagen que se encontraba en el Templo de San Francisco y actualmente se halla en la capilla de la Tercera Orden Franciscana.
Durante la guerra con Chile y también en la del Chaco, los padres franciscanos acompañaron a los combatientes, alternando con ellos en jornadas heroicas y sacrificios, infundiéndoles fe y valor.
En la cripta de San Francisco se encuentran los restos de Pedro Domingo Murillo, los Protomártires de la Independencia, y de Eduardo Abaroa, héroe de Calama.
Definitivamente el histórico templo y su museo es parte de la misión de levantar la fe cristiana y es una valiosa reliquia que el Estado y los ciudadanos deben conservar con esmero.
Actualmente el Museo de San Francisco está dirigido por el Dr. José Luis Ríos Cambeses, profesional curador. La belleza del Templo de San Francisco es singular por lo que encierra entre sus bóvedas y capiteles.
La hermosa Basílica de San Francisco se yergue ahora frente a la moderna ciudad, mostrando encanto y señorío, como una plegaria del paceño que pide a San Francisco de Asís “paz y bien” para el pueblo boliviano.
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