Oremos por Beni

La cristianidad recordó con profundo dolor la pasión y muerte de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, que para redimir a la humanidad sufrió lo inexplicable, antes de resucitar y ascender a la diestra de su padre.

No debemos prescindir del Supremo Hacedor, ni ignorar y menospreciar su ayuda, porque Dios está sobre todas las cosas; actuemos siempre con temor al Todopoderoso.

Nada hay que Dios no pueda realizar.

Levantemos los ojos al cielo y roguemos al Señor su bendición para nuestro país, hijos y toda la familia boliviana.

No olvidemos, el Señor está cerca de los que le invocan con verdadera sinceridad.

La Semana Santa es la Semana Grande por su profundo contenido de fe y amor para los hombres y mujeres.

En estos días debemos reflexionar y arrepentirnos para superarnos con la corrección de malos actos que hubiésemos cometido, para resucitar a una nueva vida llena de fe, humanitarismo y humildad, porque todo es pasajero, nada es eterno, todo llega a su fin.

Todos los que creen y tienen fe en Dios están obligados a cumplir con los preceptos de la Santa Iglesia.

Recordemos al sabio Albert Einstein, quien afirmó: “Dios es una fuerza de pensamiento que se manifiesta en el Universo inescrutable. Dios no juega a los dados con el universo. Yo creo en el Dios de Espinoza que se revela a sí mismo en el orden y la armonía de lo que existe, no es un Dios cuya tarea es preocuparse por el destino y las acciones de los seres humanos”.

Oremos pidiendo ayuda para los hermanos benianos que están sufriendo los rigores de la naturaleza que los castigó con inundaciones, como en ningún año, ocasionando una desesperante situación de dolor, hambre y enfermedades, pérdida de viviendas y ganado vacuno, ante la indiferencia de autoridades. El Beni también es Bolivia.

Roguemos al Señor para que no exista inseguridad alimentaria, pobreza y mendicidad. Todos los cristianos debemos rezar pidiendo a Dios su protección y bendición, ya que algunos quisieran que Bolivia esté en la misma situación de Venezuela, que sufre y está al borde de la desesperación y angustia.

Algunos políticos -hombres y mujeres- que están en el poder no se acuerdan de Dios, pero cuando caen en desgracia o se enferman, apremiados por saber que pueden morir, recién ruegan a ese Dios que negaron que los ayude, que los salve, los sane de sus enfermedades.

El amor al Señor es una de las primeras manifestaciones, el amor al prójimo será la siguiente. Honrarás a Dios cuidando tu mente y alma. Si estamos con Cristo Redentor nada debemos temer. Demos gracias en todo momento por todo lo que sabemos, por todo lo que somos y por todo lo que tenemos, que es de él, ya que necesitamos de su palabra. Levantemos los ojos al cielo y clamemos por su bendición y que Él nos salve de toda situación conflictiva. Es necesario reconocer nuestros errores, comenzar a enmendarlos a partir de la práctica del amor, hermoso mandamiento de Dios, y entregarnos con intensidad al servicio de los necesitados, los pobres, la gente sin trabajo que padece hambre e incluso de encarcelados por cuestiones políticas.