Contrabando, delito imparable

Como en todos los gobiernos del pasado, el actual ha mostrado intenciones para combatir con energía el contrabando; sin embargo, este delito continúa y hasta se agranda cada vez más. Muchos hechos que han implicado graves daños al erario nacional se han producido por causa de la internación clandestina de mercaderías a nuestro territorio y, por otro lado, la salida a países vecinos por vías ilegales de gasolina, gas, alimentos y artículos de uso, debido a lo extenso de nuestras fronteras y a falta de controles.

El caso más patético es de los automotores que siguen ingresando al país, pese a las disposiciones que han implicado hasta decomiso de algunas unidades; pero, pasados los momentos de control de las autoridades, continúa la llegada desde los puertos de Arica y Antofagasta. Hasta la última “batida” que se hizo con miras a legalizar (no nacionalizar) las unidades que habían ingresado, las autoridades han anunciado medidas muy drásticas para frenar el delito; pero, sea en cantidades considerables o por parte de personas que compran en los mismos puertos, se sigue con la consumación del delito.

El mayor incentivo para este tipo de contrabando es que, desde hace muchos años, cada cierto tiempo se legaliza con el pago de impuestos y derechos aduaneros la internación ilegal; esto es, de alguna manera, un incentivo para nuevas partidas porque se confía en que las autoridades de la Renta y la Aduana, con tal de recabar dinero por impuestos y derechos aduaneros, abrirán nuevos términos para las legalizaciones.

El caso del contrabando de artículos de uso y consumo es casi normal porque abundan los “miamicitos”, “uyustus” y “mercados negros” que venden todo tipo de artículos que han ingresado por contrabando y, además, las exigencias de extensión de facturas se cumplen en raros casos. Para muchos “controles” rigen las políticas del dejar hacer y dejar pasar con lo que se incrementa la corrupción funcionaria.

Otro es el caso del contrabando hacia países vecinos (especialmente Argentina y Perú) en cuyas fronteras se vende gasolina, gas, alimentos y electrodomésticos asiáticos procedentes de Bolivia y que cuestan generalmente el triple o cuádruple de lo que en el país. Otro es el caso del contrabando de dólares porque llegan “turistas” con el exclusivo fin de comprar dólares en Bolivia que ha resultado la cotización más apetecible para los países vecinos que han sobrevaluado los dólares.

Los daños que causa el contrabando son cuantiosos, pero las autoridades hacen poco o nada por frenarlo o, por lo menos, disminuirlo estableciendo los controles debidos en las fronteras. Los perjuicios son para el erario nacional y para la población, a más de ser causa de corrupción funcionaria que permite la consumación de un delito que es sancionado drásticamente en otros países y que en el nuestro cuenta con inmunidad.