Marcelo Urquidi Moore
En la actualidad hay muchos enfoques en los que interviene la geopolítica como tal. Así pueden ser considerados varios ángulos de análisis, como ser militar, de espacio, de recursos económicos, de estructura, de conocimientos, etc. Lo cierto es que últimamente los aspectos que engloban la energía están adquiriendo un peso relevante. Los recursos energéticos están distribuidos asimétricamente sobre el planeta al igual que las masas poblacionales que los demandan para que funcionen adecuadamente sus medios de transporte, sus industrias, su alimentación e incluso su grado de confort térmico en viviendas, fábricas, oficinas y otros establecimientos.
Podríamos decir que en el Siglo XXI estamos actualmente en la Era del Gas y del Petróleo. Y sucede que a medida que los flujos obtenidos por la explotación de petróleo se van reduciendo, los volúmenes de gas se van incrementando en importancia. Sobre todo el área asiática va demandando mayores cantidades de energía para cubrir su creciente desarrollo poblacional e industrial. Se calcula que la demanda china por hidrocarburos crecerá en 71% hasta el año 2025 y en la India el crecimiento de la demanda será aún mayor. Hasta ahora la demanda asiática (incluyendo Japón y Corea) ha sido cubierta principalmente por hidrocarburos provenientes del Medio Oriente.
Rusia que ocupa una ubicación central entre Europa y Asia, posee buenas reservas de petróleo y sobre todo de gas natural, lo que la coloca en una interesante posición estratégica. Si bien hasta la fecha ha estado proveyendo gran parte del gas que consumen los países europeos, dicho volumen se calcula que cubre el 31, 5 % de la demanda europea. El gas ruso es consumido principalmente por los países que conformaban la antigua órbita soviética, en cambio los países del oeste de Europa son abastecidos en su mayor parte por Noruega y Argelia. A raíz de su expansión en Crimea, Rusia ha encontrado acervas críticas en varios países europeos y otros, que se oponen a lo que consideran una política expansionista. Sin embargo, al parecer Vladimir Putin tiene en su poder con el gas una oscilante espada de Damocles sobre Europa, con la que presiona para que negocie condiciones favorables con Rusia, amenazando veladamente con cerrar el flujo de gas hacia los países europeos y extender en cambio sus redes de gas y petróleo desde Kazajastan hacia la parte nor oriental de China y a la India, países que presentan una demanda creciente.
Estados Unidos que ha triplicado su producción de gas natural entre el 2010 y el 2020, y que es actualmente el mayor productor mundial de gas natural, gracias al desarrollo de sus yacimientos de gas de esquistos (shale gas), al presente no tiene ni las instalaciones portuarias, ni los equipos para licuar el gas, ni la flota; necesarias estas para poder despachar el gas en barcos metaneros a Europa y contrarrestar el peso de las amenazas rusas. Por otro lado, tampoco Europa tiene el número suficiente de puertos habilitados para recibir una flota importante de barcos metaneros. Esta situación podría cambiar en unos años más si se tomase la determinación de financiar y construir los elementos faltantes.
Combinando las producciones de gas natural de América o sea de Canadá, Estados Unidos, México, Venezuela y del presal de Brasil, se puede superar la producción del Medio Oriente, producción que en el largo plazo tendría como su mayor mercado proyectado la parte sur de China y de la India, atravesando el Océano Indico, si bien la producción de petróleo de Estados Unidos se supone declinará a partir de 2020, no así del gas natural.
En el posicionamiento geopolítico mundial entra en juego también el factor económico. Según datos del FMI el Producto Interno Bruto de Rusia el 2012 era el equivalente de 1.953 miles de millones de dólares y el de Estados Unidos el mismo año era de 15.653 miles de millones de dólares, es decir que era el 15,7 % del de Estados Unidos. Este hecho tiene importancia y resta posibilidades a la fortaleza de la espada rusa en un caso extremo de guerra confrontacional de tipo convencional. Esta debilidad la ha estado subsanando con movimientos audaces de avance expansivo, pero que en el largo plazo pueden no ser tan efectivos.
Están en juego también gasoductos importantes, muchos países europeos tienen proyectados gasoductos de financiamiento conjunto con Rusia, como ser el South Stream que atravesaría el Mar Negro y el Nord Stream que atravesaría el Mar Báltico, gasoductos que beneficiarían a Alemania, Francia, Bélgica y Holanda, opción que les resulta más barata que la de utilización de barcos metaneros. De fructificar esta opción se reafirmaría la posición económica rusa.
En la actualidad Ucrania, que tenía almacenados importantes volúmenes de gas ruso, está con saldos bajos y Rusia le ha indicado a Ucrania, paso obligado para el abastecimiento de Europa, que no le va a entregar más volúmenes de gas, hasta que previamente no les cancelen su multimillonaria deuda pendiente. Es así que Europa se verá obligada a colaborar al pago de dicha deuda, teniendo que colaborar a Ucrania para que esta nación pueda cumplir con su pesada cuenta pendiente.
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