Julio Iglesias volvió ayer al Carnegie Hall después de un cuarto de siglo para cantar al diseñador Óscar de la Renta por su Medalla a la Excelencia y desplegar sus míticos dejes de galán ante Bill y Hillary Clinton o Carolina Herrera.
“La primera vez que estuve aquí, hace 40 años, tenía 17”, bromeó Iglesias, cantante con millones de discos despachados pero, quizá por encima de eso, galán infatigable.
“Oscarito, vamos a explicarles por qué los latinos tenemos tantos hijos. La música nos hace acercarnos, amarnos en vertical”, remató.
Pero a diferencia de otros artistas latinos que llenan estadios con público hispanohablante, Julio Iglesias seduce desde hace décadas a un público políglota e internacional como él mismo, sin complejos para cantar en español, gallego, francés, italiano e inglés en una misma noche.
(EFE)