La noticia de perfil
Ella es una chola bonita, aunque un poco empulpadita en comparación con Jessica Jordán, nuestra flamante Cónsul General de Bolivia en New York, que ostenta con orgullo sus envidiables medidas corporales de 90-60-90 que convencieron a Evo Morales Aima para designarla su representante oficial en la ciudad de “la gran manzana”; pero hoy no escribiré acerca de la consulesa, sino sobre la embajadora de Quillacollo en La Paz, la señora Macacha viuda de Racacha, que hoy llegó a mi domicilio con la jeta caída, lo que me obligó a decirle sin ánimo de ofenderla: “Comadritay, qué le ha pasado, pues la veo con la cara de chola multada”, respondiéndome con un gruñido.
Poco a poco su rostro se fue componiendo y sus ojos chaskañawis recobraron su dulce mirar, a tal punto que acarició con una de sus manitas mi mejilla y comenzamos a conversar acerca de los sucesos del día.
Comenzó preguntándome si ya había pagado mis impuestos correspondientes a la gestión anterior, respondiéndole que no pienso hacerlo porque me he dado cuenta de que el Gobierno gasta mis impuestos alegremente, sin consultarme para nada y dándose la gran vida a costa de mis tributos y mandándose la parte al invitar a Santa Cruz a miles de personajes extranjeros con motivo de la gigantesca reunión del Grupo de los 77 más China, que hoy preside Evo Morales circunstancialmente.
Mi pariente espiritual se quedó con la boquita abierta cuando calculamos cuánto gastará el gobierno de nuestro Presidente Vitalicio en ese despliegue despilfarrador para conseguir que esos centenares o miles de sorprendidos invitados crean que Bolivia vive en un estado de bonanza y que Evo es el autor de tal milagro económico que no existió ni existirá, reafirmando a mi comadritay que no pagaré impuesto alguno para que otros se aprovechen de la inocencia del pueblo boliviano.
La inteligente cochabambina comprendió mi estado de ánimo y comenzó diciéndome que ella se halla consciente del mal uso que el gobierno de Evo da a los impuestos, pero que no puede evitar pagarlos porque su quehacer profesional se halla registrado debidamente como institución privada de pequeños préstamos a los comerciantes informales y que mañana vence el plazo para pagar sus impuestos, lo cual no le gusta, razón de su malhumor inicial, aunque reconoció que no lo hace de forma libre y gustosa sino obligada por las circunstancias, lamentando no pertenecer a las Siete Federaciones de Cocaleros del Trópico de Cochabamba y a muchos otros sectores del país, como los contrabandistas que son un gremio que agrupa a centenares de miles de ciudadanos bolivianos en muchas regiones del país, o a los internadores de ropa usada con la que nos vestimos los bolivianos que hoy nos damos el lujo de invitar a centenares o miles de representantes del Grupo 77 más China y algunos coladores.
Y no pagaré mis pequeños impuestos, pero acompañaré hoy a mi comadritay, aunque ambos sigamos protestando ante los derroches que realizan nuestros gobernantes, de los pocos dinerillos que ganamos con el sudor de nuestras frentes, como dice mi comadre prestamista.
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