Desde la conclusión de las obras de Karachipampa, la “gran fundición” que, se esperaba, fundiría grandes cantidades de plomo y otros minerales, se sostuvo, en muchas oportunidades y por parte de muchos gobiernos, que “su funcionamiento sería inminente”; pasó el tiempo y pasaron muchos regímenes constitucionales y de facto, y la fundición no funcionó; por el contrario, cada vez dejó la seguridad de que nunca podría funcionar, tanto porque se trataba de hornos y equipos totalmente obsoletos y porque no había la cantidad precisa de plomo para fundir.
Para todos los gobiernos, Karachipampa sólo fue medio de propaganda, de publicidad sobre lo que se haría y nunca se hizo; ha sido, en muchos casos, pretexto para el mantenimiento con alto costo de las instalaciones que están a cargo de muchas personas que, se dice; “cuidan”. Hasta hace diez años, se sostuvo que ante la falta de producción de plomo se importaría del Perú y el costo de ponerla en funcionamiento alcanzaría “tan sólo a 25 millones de dólares”.
Se trata de una infraestructura que originalmente constaría algo más de 70 millones de dólares; pero, por efecto de la corrupción o el manejo discrecional de los presupuestos, al concluir las construcciones e instalación de los hornos, llegó a costar algo más de 180 millones de dólares. En caso de persistir en su funcionamiento, se gastaría otros 25 millones de dólares. De este modo, de proyectos de funcionamiento en intenciones de toda laya, se llegará a cifras astronómicas sin razón ni beneficio.
Muchas veces, se ha sostenido la urgencia de que el Gobierno informe sobre la realidad de Karachipampa; se diga cuánto se gasta mensualmente, qué tipo de personal tiene, qué técnicos aún están en la planta, qué es lo que piensan las autoridades que, conforme a informes técnicos, habría que hacer; en fin, hay muchas preguntas que, con los respectivos informes pormenorizados, el Gobierno debería aclarar o responder.
Karachipampa por todo lo que se ha sostenido en varias décadas, se sabe que no funcionará; que insistir en su funcionamiento es promesa absurda, que es imposible reunir la cantidad de plomo que se requiere y, además, que no hay el material energético que haga funcionar los hornos y les permita estar encendidos permanentemente. Es, pues, imposible y está fuera de todo cálculo su funcionamiento, salvo que se invierta muchos millones para cambiar todo lo obsoleto e inútil que tiene.
Entretanto, mientras se sepa qué se hace, Karachipampa seguirá siendo el gran monumento a la dejadez, a la corrupción, a la inutilidad, a los proyectos anunciados y nunca ejecutados, simplemente por irresponsabilidad en la que la negligencia y la deshonestidad hicieron su parte. El Gobierno no debe mantener ilusiones que, se sabe, nunca serán realidad.
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