Yuri Mirko Ríos Madariaga
“Ustedes son los primeros bolivianos que van en tour a ese lugar”, dijo sorprendida la guía de turismo. Una corta charla de presentación abrió la confianza entre todos y luego añadió dirigiéndome la palabra: “al principio pensé que usted era el guía de un gringo”, frase que no tardó en arrancar más de una sonrisa.
Las condiciones para el corto viaje estaban dadas. Hice lo que siempre quise hacer, es decir poder palpar y sentir la textura lisa de sus hojas, hasta ese momento un auténtico enigma. No faltaron los resbalones para alcanzarla ni los pinchazos accidentales con sus espinas, era como renacer tras el cumplimiento de un anhelado sueño.
Desde niño sentí fascinación por la Puya Raimondi, un fósil viviente en serio riesgo de extinción. Sólo se encuentra en Comanche (provincia Pacajes) y en algún lugar del vecino Perú que no recuerdo el nombre. Florece cada cien años y luego muere dejando su simiente. “Parece una palmera invertida” dijo la guía mientras ascendíamos su empinada y rocosa morada. Aun viéndola en persona presuponía que estaba estrechamente relacionada con la familia del Aloe vera, pero seguía equivocado. Una revisión bibliográfica develó el misterio, pertenecía a la familia de las bromeliáceas (era un pariente cercano de la piña).
De retorno y pasado el feriado de Semana Santa, las noticias dieron a conocer la catástrofe ecológica acaecida en las poblaciones de Copacabana y Coroico, lugares turísticos por excelencia. Toneladas de basura fueron arrojadas sin misericordia a lo largo y ancho de los caminos, así como también en sus calles, plazas, playas y demás lugares naturales. Estos desperdicios en diez, veinte o cincuenta años -sépanlo bien- no sufrirán cambios significativos en su estructura, ya que requerirán cientos o miles de años para integrarse por completo a los ciclos naturales, si es que lo hacen. ¡Qué lástima!
Es una clase de turismo inconsciente y devastador. Es pura depredación, como alguien lo definió, aunque este término nada tenga que ver con la interacción biológica entre dos seres vivos en la cual uno de ellos -el depredador- caza para sobrevivir y nunca para destruir.
Es más, es un turismo enemigo de las formas de vida, monumentos naturales y arqueológicos, patrimonio e identidad de nuestra patria.
Prefiero que Comanche se conserve para un turismo selectivo, respetuoso de la madre naturaleza y de las costumbres originarias acordes a los tiempos en que vivimos. En caso contrario, Comanche y su exótica Puya experimentarán la misma suerte.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |