Israel Camacho Monje
Es la pregunta que se hace el ciudadano común, que no comprende la actitud de “desamor con sus progenitores” de algunos privilegiados funcionarios públicos que por sólo estar ocupando altos cargos gubernamentales, pretenden desconocer: 1) La milagrosa sobrevivencia de los “jubilados rentistas”, que apenas pueden cubrir sus más premiosas necesidades familiares, con la disminuida Renta de Vejez que mensualmente se les paga. Y me permito aclarar que ¡no es obsequio de los regímenes gubernamentales de turno!, sino fruto de los ahorros de toda una vida de trabajo sacrificado, que con previsión juntaron durante su vida activa, para que cuando envejezcan y sus fuerzas físicas disminuyan, no caigan en la humillante mendicidad, ni en la muerte anónima en las calles.
2) O, lamentablemente, no saben reconocer que han llegado al mundo gracias a sus progenitores, claro está, si es que los han tenido. Pero por cómo se refieren a las personas de la tercera edad, en general, y a los “jubilados rentistas” en particular, es decir llenos de rencor y revancha, parecería que no, y lo que tontamente los lleva al “cruel ensañamiento” con sus víctimas, que lo único que desean es terminar su angustiante sobrevivencia, con la dignidad propia de los seres humanos.
Por todo lo anterior, el pueblo de Bolivia no puede menos que apoyar el justo derecho que desde mucho años atrás reclaman los “rentistas jubilados”, es decir que se les pague el 100% de los incrementos salariales que anualmente y por ley les corresponde tanto a los trabajadores activos como pasivos, y a los que sin consideración alguna se les descontó el 40% y sólo se les paga el 60%, que no les alcanza ni para medio mes de subsistencia humana.
Afirmación angustiante que es vivida por el empobrecido pueblo de Bolivia, claro está, con excepción de los privilegiados funcionarios públicos que se han opuesto en años recientes, y se siguen oponiendo en el presente, en sentido de que el Estado no debe ceder ante actitudes caprichosas de “los viejitos y viejitas”, ya que no tienen necesidades de ninguna clase, porque: 1) Comen poco o lo necesario. 2) No compran ropa, porque no salen a las calles. 3) No llevan vida social. Y… 4) Si se enferman alguna vez, tienen atención médica gratuita y permanente en todos los policlínicos del país. Es más, no tienen que pagar por los medicamentos que reciben. Y si fuera poco todo lo anterior, si alguna vez llegan a fallecer, hasta tienen pagados y asegurados los gastos de sepelio. No alcanzan a comprender, ¡qué más quieren!, si el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia les está dando más de lo que merecen.
Por último, el ciudadano común lo único que puede decir con estas insólitas actitudes de hijos e hijas en privilegiadas situaciones gubernamentales es ¿qué lástima, verdad?
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