El trabajo en su día

De manera internacional, la sociedad humana en general y la boliviana en particular, celebran el día dedicado a destacar la importancia del Trabajo, proceso que se realiza entre los seres humanos y la naturaleza, con el objetivo de que los efectos de la naturaleza sirvan para satisfacer las necesidades sociales.

Esta conmemoración obliga a recordar que el trabajo es la condición primaria y elemental de la vida del hombre. Debido a esta actividad laboral el hombre se separó del mundo animal. Esa característica permitió al ser humano fabricar herramientas y con esos medios de producción desarrollar facultades que determinaron el posterior proceso de desarrollo de la sociedad sobre la base de determinadas relaciones entre los hombres.

Debido al trabajo, el hombre obliga a la naturaleza a ponerse al servicio de sus fines y a la vez la modifica, a diferencia de los animales, cuya subsistencia depende del consumo de productos acabados por la naturaleza.

La práctica del trabajo por el hombre a través de las épocas históricas se convierte en una fuerza creadora no sólo económica, sino también técnica, artística y científica, a la par que se produce un crecimiento de la tendencia de la responsabilidad real del ser humano. El origen de dichas tendencias no sólo se basa en los cambios de conciencia sino, principalmente, en la modificación de la esencia social del trabajo.

La evolución del trabajo en Bolivia ha seguido un curso ascendente, en especial desde que se fue formando una clase obrera con claros objetivos nacionales y democráticos que le permitieron adquirir función protagónica en el destino de Bolivia, y gracias a los cambios registrados a mediados del siglo pasado, pudo hacer realidad la creación de una Central de influyentes actividades, aunque afectada por ideologías populistas y desfasadas que contribuyeron a su debilitamiento y, finalmente, a ponerla el borde de su desaparición.

Producto de ese proceso, el Día del Trabajo encuentra a la sociedad boliviana casi sin clases sociales que distinguen a un régimen histórico. En particular, el desarrollo económico del país ha modificado el viejo orden y el sindicalismo ha entrado en crisis e inclusive la antigua Central ha cambiado de contenido, y de organización de obreros libres ha pasado a convertirse en una entidad de gremios de pequeños empresarios que conforman una sola entidad a nivel nacional, orientada hacia un solo objetivo histórico: un régimen que no mira al futuro o tiene muy limitadas perspectivas.

Es más, ese pequeño empresariado (que en el lenguaje político se denomina “pequeña burguesía) se ha aliado con otras fuerzas políticas de la misma categoría y con poderes hegemónicos que miran al pasado, convirtiendo, en esa forma, el Trabajo en algo secundario y que es relegado a segundo plano, para dar paso a formas comerciales y consumistas que no producen lo que origina la actividad laboral correcta o sea el valor o la riqueza de las naciones.

En el Día del Trabajo los bolivianos rendimos homenaje a esa poderosa fuerza que mueve el desarrollo y que ha hecho la grandeza del mundo moderno.

En todo caso, en el seno de una realidad difusa y sin objetivos históricos de importancia, se va gestando una nueva fuerza social cuya gran capacidad de trabajo no sólo le permitirá limpiar el camino de la historia de organismos y elementos que giran entre la anarquía y el caos. Esa nueva fuerza pone como bandera de su existencia el trabajo y la creación de organismos laborales que realmente hagan avanzar la historia y no la frenen o intenten llevarla hacia la noche de los tiempos, de acuerdo con las políticas populistas decadentes y en boga.

De ahí que hoy para todos los bolivianos la celebración del Día del Trabajo cobra inusitada importancia.