Giovanni Beluche
Gracias Gabo por mostrarnos la delgada línea que divide a los vivos y los muertos, el ahora y lo que no tiene tiempo. Antes sólo veíamos la muerte desde la vida, nos enseñaste que también se puede ver la vida desde la muerte. Aprendimos a bailar con los fantasmas de Macondo, nos devolviste la hermosa magia de lo fantástico, descubrimos que basta cerrar los ojos para ver el cielo tapizado de mariposas amarillas.
Nos legaste la elegancia de la sencillez cuando recibiste el Nobel de Literatura en guayabera, cómo podría ser de otra forma si para navegar por el Magdalena es absurdo el traje formal. Para qué corbatas si ya la dureza de la vida nos agarra hasta el cuello. El amor de Florentino, resistió cincuenta años de una distancia impuesta por las diferencias y apariencias de las clases sociales. Pero, para la travesía del amor, bastó la presencia de la amada Fermina y la candidez embriagadora de una historia de amor en los tiempos del cólera.
Tus personajes reflejaron la dureza de una vida que cabe en cualquier parte de nuestra América Latina. Abuelas amorosas y abuelas desalmadas. El dictadorzuelo Patriarcal tan presente en nuestros campos y ciudades, que vive un otoño interminable. El machismo asesino de los hermanos Vicario. El don Juan latinoamericano en Santiago Nasar que pagó caro su osadía. El ex presidiario Juan Sáyago, quien después de 18 años privado de su libertad, sale para reencontrarse con la condena que su propia historia le ha deparado. La soledad de la vejez y la espera en vano de una pensión que nunca llega. La exagerada prole de los Buendía y la promiscuidad entre parientes que provoca que un Aureliano nazca con cola de cerdo.
La mujer latinoamericana, fuerte y emprendedora, tan oprimida por el machismo patriarcal, está presente en Úrsula Iguarán. La persona cuerda entre tantos locos, la que sostiene espiritual y económicamente a su familia constituida con su primo José Arcadio Buendía. Úrsula es tan influyente que con su generosidad nace Macondo y con su muerte el pueblo se hunde tras un diluvio imparable. Amaranta, la hija menor de José Arcadio y Úrsula, es alegre y triste, como muchas niñas latinoamericanas sufre la indiferencia de su padre dedicado al trabajo y de su madre que se la pasa fabricando caramelos para mantener a la familia. Remedios la bella, de impresionante hermosura, cubierta de un halo de misterio que provoca la muerte a los hombres que tratan de conquistarla, insensibles que no saben que el antídoto a tal riesgo es acercarse con amor a las mujeres.
Gracias, Gabo, por regalarnos tantas historias que hicieron soportable las tardes de lluvia incontenible. Tu genialidad ha unido a varias generaciones alrededor de obras maravillosas. Gratitud eterna a tu memoria, porque fuiste y te marchaste siendo el mismo Gabo inclaudicable al lado de sus pueblos. En nuestras mesas siempre habrá un tintico para vos y para los fantasmas de Macondo.
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