El mercado de las artesanías sería una gran salida para el desarrollo del sector, pero poca es la ayuda que tienen de las autoridades municipales, quienes no han garantizado políticas de producción y exportación.
Ayata, al igual que toda la provincia Muñecas, se distingue por la particularidad de sus textiles, que durante los últimos años ha ido cambiando con la aparición de materiales sintéticos, sin embargo, si bien este arte sirve de sustento para muchas mujeres de la región, no cuenta con el apoyo necesario para abrirle caminos a mercados, en los que su peculiaridad y calidad no tendrían competencia alguna.
“Nos dedicamos a la artesanía en textiles, realizamos juegos de vestimenta, desde los bordados, hasta las faldillas, las chaquetillas, las fajas, blusas, aymillas, sombreros y lluchus”, manifestó la secretaria de hacienda de la Asociación Promujer, Teodocia Quispe.
Para este sector, el mercado de las artesanías sería una gran salida, pero lastimosamente poca es la ayuda que tienen de las autoridades, quienes no han garantizado políticas de producción y exportación, siendo ellas mismas que en su afán de producir, se han dado modos, a través de su oficial mayor de desarrollo productivo y cultura, para llevar a cabo ferias y exposiciones en diferentes lugares para mostrar y comercializar su trabajo.
Su proceso de producción, que comprende desde el hilado de la lana, el teñido y el tramado en un telar de cuatro estacas, va más allá de un cálculo material y matemático que es incomprensible a los ojos de los técnicos y que no se siente sino hasta que es visto y vivido, lo que hace que este trabajo sea invaluable.
En este sentido, una sola faja puede llegar a tener un valor de hasta Bs 800, que aún no refleja el trabajo que se ha tomado una persona en realizarla, además del cariño que le ponen, ya que tal como explica el párroco de la iglesia, una de las mujeres debe estar en paz, armonía y en un buen estado emocional para hacer uno de estos trajes y más aún cuando es para un miembro de su familia.
Otro de los centros, donde varias mujeres se han organizado para hacer estos trabajos, es el centro Upani, en el que comercializan sus artesanías en mercados internacionales. Al momento, ellas tienen la colaboración de dos misioneras suizas, quienes les ayudan a sacar sus artesanías al mercado europeo.
En esta organización ya realizan bolsos, carteras, lapiceros, billeteras, monederos y otros que son elabroados en mucho tiempo, siendo que solamente el bordado de un lapicero tarda aproximadamente dos días.
Por el mismo hecho que los materiales son caros, ellas han empezado a utilizar material sintético que llevan desde La Paz, como lanas, botones plásticos, canutillos y bayetillas ya teñidas.
“Antes utilizábamos, bayeta de la tierra original, hilábamos y teñíamos, pero ya no hay los fieltros de oveja y se está perdiendo por lo que también es más caro, queremos recuperar pero es muy costoso y tenemos miedo a no poder conseguir para comprar los insumos”, manifestó la representante de Upani, Martha Ojeda.
Por su parte, la oficial mayor de Desarrollo Productivo y Cultura del municipio de Ayata, Ana Alicia Layme, ha logrado con mucho esfuerzo que el Ministerio de Culturas pueda constituirse en el lugar para levantar un registro de toda expresión cultural, entre las que se encuentran los textiles.
“Acá tejen su propia ropa, pero que nadie lo reconoce, así que como primer paso hemos logrado que el Ministerio de Culturas pueda hacer el registro de las artistas en textiles para que se las reconozca y se tenga un aval de la actividad que hacen, porque estos bordados no son solo producción textil, sino también arte y debe ser reconocido como ambos, como arte textil”, manifestó Layme.