La arrogancia del Canciller de Chile

El canciller de Chile, Heraldo Muñoz, incurrió en arrogancia intolerable para los bolivianos, al haber declarado a CNN que “el mar para Bolivia está cerrado para siempre”, agregando que “no tiene derecho a reclamar su mar”.

Con ello hace ver que desconoce el trato que debe guardarse en el lenguaje diplomático. Peor todavía, demuestra un flagrante desconocimiento de la historia de su propio país y de las posiciones que tuvieron algunos de sus ex presidentes y ex cancilleres, de reconocer que Chile, efectivamente, relegó a Bolivia a los confines de la mediterraneidad, con la guerra de conquista que desató en 1879, y que correspondía encontrar alguna fórmula para reparar esta injusticia.

Muñoz, que aparenta tener una mentalidad fascistoide y ser un neófito en el trato diplomático, a la postre su subconsciente lo traicionó, porque, después de adoptar una actitud insolente en la primera frase de su declaración, añadió que “Bolivia no tiene derecho a reclamar SU mar”.

Con lo anterior, reconoce que Bolivia tenía SU mar, pero que no le cabe el derecho a reclamarlo. Esto, en términos de experiencia social, es como negarle el derecho que tiene cualquier persona a recuperar lo que un ladrón se apropió de un bien suyo.

Chile usurpó a Bolivia 120.000 Km2 de territorio, cuya costa sobre el océano Pacífico se extendía a lo largo de 400 Km. De ahí que dejó a este país relegado a una forzada mediterraneidad, es decir, a no tener acceso propio y soberano al mar.

Como Muñoz aparenta o es evidente que no conoce siquiera la historia de su país, habrá que ilustrarle o recordarle que Chile se hizo de la riqueza boliviana en salitre y guano, que sirven para fecundar la tierra. Pero, el delito mayor que comete, hasta hoy, es el de haberse tornado en usufructuario de la mayor riqueza de cobre del mundo, al adueñarse, mediante la violencia armada, de Antofagasta, donde está situado el yacimiento minero de Chuquicamata.

De esta manera, la inmensa riqueza cuprífera de este yacimiento, que formaba parte del territorio de Bolivia hasta 1879, les permite a los propios chilenos decir que el cobre de Chuquicamata es el “sueldo de Chile”.

Así como parece que ignora la historia de su país, habrá que recordarle a Muñoz que, después de la guerra de conquista contra Bolivia, un diplomático suyo, Abraham König, trató de silenciar la demanda boliviana de volver a la vecindad del Pacífico, utilizando un lenguaje parecido al suyo, diciendo:

“Chile ha ocupado el Litoral (boliviano) y se ha apoderado de él con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena, con el mismo título con que Estados Unidos de N.A. han tomado a Puerto Rico. Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones”.

A Muñoz también habrá que hacerle ver que Chile es un país expansionista. Al lograr su independencia del coloniaje español, el territorio que poseía era de 756.945 Km2. Al presente, creció a 1.383.554,8 Km2. O sea, casi el doble del que tuvo originalmente.

¿Cómo así acontece este excepcional fenómeno? Simple y llanamente apoderándose de otros territorios. Aparte del territorio que arrebató a Bolivia, se apropió también de la provincia peruana de Tarapacá, cuya extensión es de 40.000 Km2.

Además, aprovechando que eran territorios de propiedad incierta, expandió su espacio geopolítico de Copiapó al Cabo de Hornos y a buenos espacios de la Patagonia y de la Antártida. Y, finalmente, de la isla de Pascua y otras. De esta forma, ilegítima, se ufana hoy de ser un país tricontinental.

Acerca de la posición favorable hacia Bolivia de ex gobernantes de Chile, corresponde mencionar a su ex presidente Domingo Santa María, que durante su gestión se inició la guerra del Pacífico. Pese a ello, estimaba que sería injusto e irracional dejar a Bolivia sin acceso al mar.

En carta dirigida al ministro de Guerra en campaña, Rafael Sotomayor, a fines de 1879, Santa María le expresó: “…No olvidemos ni por un instante que no podemos ahogar a Bolivia. Privada de Antofagasta y de todo el litoral que antes poseía hasta el Loa, debemos proporcionarle por alguna parte un puerto suyo, una puerta de calle, que le permita entrar al interior sin zozobra, sin pedir venia. No podemos ni debemos matar a Bolivia…”.

El texto de la carta está registrado en el libro del historiador chileno José Miguel Concha, en su libro titulado “Iniciativas chilenas para una alianza estratégica con Bolivia (1879-1899)”.