Se levanta la Torre Eiffel

En 1886 un grupo de industriales persuadió al gobierno de Francia para que organizara la Exposición Universal de París de 1889, y Gustavo Eiffel presentó un ambicioso proyecto, el de levantar una inmensa torre de hierro de 300 metros de altura, que daría realce además al centenario de la Revolución Francesa.

La comisión organizadora se echó atrás ante aquella titánica propuesta; pero Eiffel, munido de planos, datos y números acudió al ministro de Comercio e Industria y consiguió la aprobación de su proyecto. Sin embargo, el gobierno francés se limitó a subvencionar la obra con la quinta parte de los siete millones y medio de francos en que se calculaba su coste. Eiffel sin dudar un instante hipotecó parte de su compañía para conseguir el resto del dinero.

Con gran entusiasmo, la construcción de la torre empezó en enero de 1887. Cuarenta ingenieros y dibujantes se pusieron manos a la obra durante dos años bajo la dirección de Eiffel en todos los detalles de las 15.000 secciones de hierro forjado destinadas a quedar sujetas unas a otras con 2.500.000 remaches. La torre de hierro se fue levantando lentamente sobre el Campo de Marte, cerca del río Sena, en el 7° distrito de París.

Doscientos cincuenta obreros montaron en doce meses los cuatro inmensos arcos, entre los cuales queda comprendida una hectárea de terreno y sujetaron sobre ellos la primera plataforma de la torre. Una galería circular colocada en el primer piso permite una vista de 360° sobre París. Esta galería tiene colocados varios mapas de orientación y catalejos que permiten observar los monumentos parisinos. Apuntando hacia el exterior están inscritos los nom-bres de setenta y dos personalidades del mundo científico de los siglos XVIII y XIX.

Este primer piso alberga el restaurante Altitud 95 que se extiende por más de dos niveles. Este ofrece de un lado, una vista panorámica sobre París, y del otro, una vista hacia el interior de la torre. Su nombre viene de la altitud del primer piso de la Torre Eiffel, situada a 95 msnm.

Pasaban los días y la torre seguía creciendo más grande de lo que nadie había previsto, entonces estalló la tormenta. 300 escritores, artistas y periodistas firmaron una manifiesto en el cual se exigía la demolición de la “horrorosa construcción”. Muchas personalidades (entre las que se contaron Huysmans, Leon Bloy, Maupassant) firmaron el manifiesto en el que expresaron” “Venimos a protestar con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra indignación, contra la erección en pleno corazón de nuestra capital de la inútil y monstruosa torre Eiffel, que la malignidad pública, a menudo tenida de buen sentido, ya bautizó con el nombre de “Torre de Babel”.

Llovieron peticiones similares sobre el ministro de Comercio. A Eiffel no le preocupaban estas manifestaciones de rechazo, sino al contrario daba más impulso a su obra y jornada tras jornada aparecía en lo más alto del andamiaje, diciendo: “Cuando esté terminada, les encantará, ya lo verán”.

Finalmente, en mayo de 1889 la cuestionada torre quedó concluida sorteando huelgas obreras y otras dificultades. Los parisinos estaban sorprendidos por la altitud de la estructura metálica, mientras la artillería saludaba con 21 cañonazos la hazaña de Eiffel, quien en la ocasión izó la bandera tricolor de Francia en la cima de la torre más alta que el hombre había construido. “Ahora -dijo- la bandera francesa es la única que tiene un asta de 300 metros”.

El edificio terminado quedaba abierto a disposición del público hasta la tercera plataforma. La hazaña de Eiffel era una realidad. Nunca se había construido es-tructura metálica semejante, ni se habían planteado problemas de equilibrio, vérti-go, resistencia al viento, corrosión, ele-vación de grandes pesos a aquellas alturas. . . y sin embargo Eiffel había superado con éxitos todas las dificulta-des planteadas en su momento. A los ocho meses que siguieron a su inau-guración en mayo de 1889, casi dos millones de personas visitaron la torre que se fue haciendo famosa en todo el mundo y el orgullo de París.