Está claramente demostrado que se tiene instituciones públicas que disfrutan de jugosos salarios, mientras otras son excluidas y postergadas. La curva salarial de la administración pública es un dislate y es modificada y se acomoda al calor de las circunstancias para lograr respaldo político coyuntural, siendo ésta manejada arbitrariamente, sin obedecer a parámetros técnico económicos y ocasionando, por esta razón, encono entre los sectores laborales del país. Sería importante una publicación de los salarios que perciben empresas como Entel, YPFB. Sabsa, Comibol, Autoridades de Fiscalización y Control (que son muchas), Comisiones Nacionales que se dicen “especializadas”, que son varias.
Los rentistas y jubilados el pasado año reclamaron para ser incluidos entre los favorecidos con el doble aguinaldo, un reclamo comprensible por ser quienes durante años contribuyeron al sostén de la Patria. No se puede admitir que el Gobierno no respete ni siquiera sus decretos, como la Ley del Adulto Mayor, que señala los derechos que tienen los adultos en su vejez, derechos sin discriminación y sin violencia, que busca erradicar toda forma de distinción, exclusión que tenga por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos fundamentales.
Los jubilados constituyen la fuerza moral y ejemplo para todas las nuevas generaciones.
Si se habla de sectores productivos, sin ofender a funcionarios de muchas instituciones públicas, como los asambleístas y de algunos ministerios burocráticos, que tuvieron el doble aguinaldo, sin embargo la población se pregunta ¿en qué contribuyen productivamente al país y cómo generan recursos para el sustento de la economía nacional?
La gran mayoría de jubilados percibe rentas miserables y no es justo que ante un beneficio para los jóvenes “productivos” de muchas entidades públicas, los de la tercera edad sean discriminados y no merezcan reconocimiento ni mínimo en los últimos años o días de su existencia y en su propia Patria sean olvidados, excluidos, subestimados y humillados por el que se dice gobierno de todos y en especial de los pobres, aunque ofende a sus padres con esta medida que negó solidaridad.
Duele que se trate así a quienes con su sacrificio volcaron esfuerzos físicos y mentales para mantener la Patria que los vio nacer.
Ahora se ha determinado un incremento salarial del 10% para todos, menos para rentistas y jubilados, ratificando nuevamente la política salarial discriminatoria que insulta a quienes se les debe grandes logros que obtuvo la Patria. Y con una soberbia irritante se hace declaraciones oficiales rechazando el pedido clamoroso de quienes son nuestros verdaderos padres o abuelos.
El Gobierno debe reflexionar ante el reclamo de jubilados y no responder con torpeza para rechazar la demanda que están realizando, incluso con cansancio y ya débiles, con sus encorvadas espaldas por los años que tienen; muchos arrastrando sus pies marchan en reclamo de justicia.
Valga la oportunidad para denunciar que nadie respeta a las personas adultas mayores. En vehículos de transporte los choferes no tienen consideración con el cobro de pasajes que está fijado en 0.80 Bs, incluso muchas veces no detienen su vehículo para su ascenso y cobran en demasía; los jóvenes se hacen a los dormidos cómodamente, no ceden asientos a nuestros abuelos.
El Gobierno del Estado Plurinacional debe revisar su política salarial y actuar con ecuanimidad y sensibilidad social y no proceder con malos consejos y la ligereza e irrespetuosidad de algunos de sus ministros que ofensivamente declaran un rechazo a las esperanzas de los jubilados. Vanamente pregona derechos y distribución de las riquezas y los beneficios económicos nacionales a favor del pueblo, procediendo con torpeza y desconociendo elementales criterios que definen justicia social. Justicia social no es favorecer a unos con grandes incrementos sobre sus elevados salarios, además de obsequiar hoteles y motorizados y ocasionar tirria y resentimiento.
Los mandamientos católicos con gran sentimiento señalan honrar a los padres. Dios se apiade de quienes un día serán padres y sean menospreciados por sus hijos.
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