Políticos disociadores obstruyen salida al mar

Hoy como ayer los cancilleres chilenos siempre han asumido, salvo excepciones, actitudes hostiles, displicentes y de menosprecio, en relación con el tema marítimo, tan sensible para Bolivia, enclaustrada por la invasión militar anglo – chilena de 1879. Propendieron a minimizarlo, desvirtuarlo y descalificarlo, en el marco de los intereses de quién nos arrebató la soberanía sobre el océano Pacífico.

“Ningún experto en desarrollo podría decir que Bolivia o cualquier país tiene detenido su desarrollo por no tener mar. Si así fuera no habría podido Checoslovaquia, que no tiene mar, alcanzar el magnífico desarrollo de que goza, ni Austria, ni Suiza, ni más de veinte países en el mundo que son mediterráneos”, afirmó, en fecha 22 de octubre de 1966, el canciller chileno Gabriel Valdez, refiriéndose al espinoso asunto del enclaustramiento boliviano (Jorge Escobari Cusicanqui: “La integración y la mediterraneidad boliviana”, Lima – Perú, 1973, página 7).

El señor Alfredo Moreno, Jefe de la diplomacia chilena en el gobierno del señor Sebastián Piñera, ha reiterado, en más de una ocasión, su animadversión a la causa marítima boliviana, utilizando un lenguaje mordaz y agraviante: “Chile es y ha sido extremadamente generoso (con Bolivia)”, dijo (El DIARIO, abril 26, 2013). Pero tanta “generosidad” chilena no ha permitido encarar una solución histórica al centenario encierro geográfico boliviano. Luego agrega que de “confundir la generosidad con una obligación hay una distancia realmente grande”.

Y el señor Heraldo Muñoz, titular del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, asume ahora una actitud agresiva e intimidatoria, a fin de descalificar la demanda boliviana que radica en La Haya. Sin desparpajo, manifestó su intimidación: “Está cerrada para siempre (una salida al mar para Bolivia). Ese ha sido el planteamiento de Chile” (EL DIARIO, abril 26, de 2014).

Posiblemente con estas palabras el señor Muñoz insinúa que Bolivia levante la demanda en el propósito de restablecer el proceso de diálogo boliviano – chileno que, en el pasado mediato e inmediato, no fue fructífero para los supremos objetivos de reivindicación marítima.

La demanda boliviana, que fue ratificada con la presentación de la memoria jurídica en días pasados, no tiene otra opción que seguir su trámite, aunque ello signifique un paso “potencialmente largo u oneroso”, según la apreciación del señor Muñoz. Empero Chile está conminado a dar a conocer su alegato ante esa “demanda artificiosa” que tanto preocupa a sus gobernantes, quienes, con actitud extrema, hablan necedades. Y acá no tiene cabida ni el subterfugio ni la acción evasiva.

En suma, los cancilleres chilenos, obviamente no todos, siempre han sido los elementos políticos disociadores, que obstruyeron, de manera permanente y sistemática, el camino de la solución al más que centenario encierro geográfico boliviano.