El legado de Alberto Ostria Gutiérrez

Con la carta oficial de 20 de junio de 1950, Chile, el invasor de 1879, abandona su tesis de que no había problema alguno con Bolivia. En consecuencia acepta, de cara a la historia y los hombres, la existencia del asunto marítimo y adquiere, al mismo tiempo, el compromiso de buscar una solución adecuada para dicha controversia, en la perspectiva de restablecer la paz en la región.

Fue el logro más trascendental que se haya inscrito en los anales de la actividad diplomática boliviana a la cabeza del ex canciller Alberto Ostria Gutiérrez, quien se desempeñaba como embajador en Santiago de Chile.

El referido documento, que suscribe el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Horacio Walker Larraín, se constituye hoy en uno de los más valiosos e inobjetables testimonios que respalda la histórica demanda marítima boliviana, que radica desde abril de 2013 en La Haya.

“En la nota que contesto, fluye que el Gobierno de Chile, junto con resguardar la situación de derecho establecida en el Tratado de Paz de 1904, ha estado dispuesto a estudiar, en gestiones directas con Bolivia, la posibilidad de satisfacer las aspiraciones del Gobierno de Vuestra Excelencia y los intereses de Chile”, sostiene dicha misiva.

“Mi Gobierno será consecuente con esa posición y que, animado de un espíritu de fraternal amistad hacia Bolivia está llano a entrar formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico, y a Chile obtener las compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente sus intereses”, aclara.

En estas líneas se advierte la predisposición chilena para allanar el camino de la solución al encierro geográfico boliviano que es consecuencia de la invasión de origen anglo – chileno.

Es una respuesta a la solicitud que hiciera el embajador Alberto Ostria Gutiérrez, mediante nota fechada con 1 de junio de 1950, al Jefe de la diplomacia chilena, Horacio Walker Larraín, remarcando, en partes salientes, lo siguiente: “Tengo a honra proponer a Vuestra Excelencia que los gobiernos de Bolivia y de Chile ingresen formalmente a una negociación directa para satisfacer la fundamental necesidad boliviana de obtener una salida propia y soberana al océano Pacífico, resolviendo así el problema de la mediterraneidad de Bolivia sobre bases que consulten las reciprocas conveniencias y los verdaderos intereses de ambos pueblos”.

Jamás Ostria Gutiérrez habría pensado que la respuesta de Walker Larraín, a su carta, iba a estar en debate, como una de las pruebas más convincentes del compromiso asumido por Chile a favor de Bolivia, en los estrados de la Corte Internacional de Justicia.

En suma: la inquietud patriótica del embajador Alberto Ostria Gutiérrez significó un gran servicio a la causa marítima de Bolivia. He ahí su legado.