La canonización de dos Papas: Juan XXIII y Juan Pablo II, fue ceremonia propicia para que el Papa Francisco se refiera al tema de la paz, un bien añorado por toda la humanidad y que cada vez parece ausentarse de las intenciones de quienes podrían hacerla posible y garantizar su vigencia en todo el mundo.
La Encíclica “Pax in Terris” (Paz en la Tierra) del Papa Juan XXIII es el documento cumbre de la Iglesia Católica en el que se muestran no sólo la urgencia de una paz permanente sino los medios y modos para mantenerla y fortalecerla; se trata de un documento que puesto en vigencia debido a la buena voluntad que demuestren las partes, haría posible que este bien sea una realidad.
La paz es motivo, en toda ocasión, para que los gobernantes de los países ricos y desarrollados que, a su vez son los más poderosos y grandes fabricantes de armas, pregonen la urgencia y necesidad de buscar la paz anhelada por toda la humanidad; pero, contrariamente a esas prédicas, los grandes consorcios de fabricantes y perfeccionadores de armamento se aferran al dicho: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra” y promueven que hasta los países más pobres y subdesarrollados que padecen todo tipo de necesidades dediquen presupuestos y capacidad productiva a la fabricación de armas.
¿Cuánto ha padecido y perdido la humanidad con miles de guerras habidas en los últimos tres siglos? Son tantas las víctimas que resulta imposible pensar en cifras; pero, bien se puede sostener que esas guerras han significado el sacrificio de muchísimas generaciones que han padecido por haber destinado altos presupuestos a la fabricación de armamentos, dineros que pudieron haber logrado que la mayoría de los pueblos pobres salgan de la sima de pobreza en que se debaten sin esperanza de salir de situaciones extremas de miseria, como es el caso de Biafra, cuya población contaba, diariamente, por miles los muertos de hambre y enfermedades en la década de los años 60 y cuya situación hasta ahora no ha cambiado mayormente. ¿Y qué de los casos de un Cuarto Mundo que padece la muerte diaria de miles de niños por hambre, inanición y enfermedades?
Las prédicas sobre la paz, y batalla a las políticas guerristas, son muchas pero los hechos demuestran siempre lo contrario, porque tan sólo el 10% de las ojivas nucleares enterradas en diferentes sitios del globo alcanzaría para hacer explotar todo el planeta. Todo ello no tiene fin y, al contrario, armas de efecto letal y masivo son reemplazadas por más modernas y que logren la destrucción de más pueblos y cercenen la vida de millones.
Mientras no haya una vocación efectiva por la paz, continuará el principio de que el hombre es el peor enemigo del hombre, especialmente por causa de las guerras y enfrentamientos que desoyen totalmente las angustias de una humanidad dolida y que espera, aunque vanamente, tiempos efectivos y permanentes de paz y concordia.
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