II
Continuando con este breve recuento de los aspectos que considero centrales en el libro de Luis Ballivián Cuenca, ahora tocaré el relativo a lo que el autor apunta sobre la ubicación geográfica y diferencias en el comportamiento social.
Duramente señala que, en nuestro caso, “los bolivianos presentamos comportamientos sociales caracterizados por la mentira, la estafa, la corrupción y el menosprecio mutuo entre los ciudadanos” y se pregunta ¿por qué? Recurriendo a Alcides Arguedas en su libro “Pueblo Enfermo”, rescata lo siguiente: “del abrazo fecundante de la raza blanca, dominadora, y de los indios, raza dominada, nace la mestiza, trayendo por herencia los rasgos característicos de ambas, pero mezclado en una amalgama estupenda en veces, porque determina contradicciones en ese carácter que de pronto se hace difícil explicar, pues trae del íbero su belicosidad, su ensimismamiento, su orgullo y vanidad, su acentuado individualismo, su rimbombancia oratoria, su invencible nepotismo, su fulanismo furioso. Del indio, su sumisión a los poderosos y fuertes, su falta de iniciativa ante los males, su inclinación indominable a la mentira, el engaño y la hipocresía, su vanidad exasperada por motivos de pura apariencia y sin base de ningún ideal, su gregarismo y como remate de todo, su tremenda deslealtad”. Todo ello atribuible al concepto de “actitud” hacia la vida. Una descripción y definición dura que hoy, en un periodo de “descolonización”, seguramente daría lugar incluso a acciones judiciales.
Remata esta definición señalando que “este aspecto lo relaciono con el estado mental y espiritual de la sociedad boliviana, la misma que se encuentra en una etapa primitiva de supervivencia (o sobrevivencia)”, atribuible a la función de supervivencia acumulada por siglos en el cerebro.
Como corolario cree que la “la sociedad boliviana aún se debate en la supervivencia (comparable con la situación del adolescente)”.
El comportamiento nacional caracterizado por el desorden, la protesta, donde los niños “antes de aprender a sonreír, colocan piedras en el camino, mientras gritan: fusil, metralla, el pueblo no se calla… gobierno hambreador”, independientemente del gobierno de que se trate, como constatamos en la diaria realidad.
En contraste señala que “cuando contamos con un gobierno progresista en lo social y económico, elegido por amplia mayoría, se da la situación de enfrentarse contra Estados Unidos, país que ha logrado el afianzamiento de los derechos humanos y de la democracia en el planeta”.
Para Luis la diferencia entre esos comportamientos sociales es un tema de actitud. Un resumen de las actitudes en los países ricos es que la población cumple las siguientes reglas:
“i) lo ético como principio básico; ii) el orden y la limpieza; iii) la integridad; iv); la puntualidad; v); la responsabilidad; vi) el deseo de superación; vii) el respeto a las leyes y los reglamentos; viii) el respeto por el derecho de los demás; ix) el amor al trabajo; x) su esfuerzo por la economía y acometimiento”.
Concluye: ¿necesitamos hacer leyes?, ¿no sería suficiente cumplir y hacer cumplir estas 10 simples reglas? En estos tiempos del país en que hay una verdadera fiebre por producir leyes y leyes, estoy totalmente de acuerdo.
Para concluir, reitero mi opinión, es un libro valiente, que hace un diagnóstico audaz de nuestra realidad y propone reglas sencillas de convivencia social para vivir mejor.
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