Catavi, una mina extraordinaria

Catavi debe ser la mina filoniana más famosa del mundo, porque albergó las vetas estañíferas más potentes y ricas del planeta, que hicieron que su dueño Simón Patiño acumule en su momento una de las diez más grandes fortunas del mundo. La veta más rica, La Salvadora, cuando se la descubrió en 1900 tenía dos metros de ancho con aproximadamente 50% de estaño. Una veta así permitiría ahora con un precio de 10 dólares por libra fina, tener una utilidad de más de 9.000 dólares por cada tonelada extraída. Existían 47 vetas mayores y unas 1.500 vetillas ricas, además de extraordinarios clavos mineralizados que fueron explotados mediante “saloneos”, donde cabía una cancha de fútbol.

Patiño con la “Compañía Minera La Salvadora” sólo tenía 4 hectáreas del yacimiento, el resto pertenecía a otros concesionarios, siendo las áreas principales de Rufina Martínez, que luego pasaron a Pastor Sainz. Éste en 1906 vendió la “Compañía Estañífera de Llallagua” a intereses chilenos en 350.000 libras esterlinas. Con mucha astucia Patiño fue adquiriendo acciones de esta empresa desde 1914 y en abril de 1924 era propietario de más de dos tercios de ellas. El 5 de julio de 1924 constituyó en Delaware, Estados Unidos la “Patiño Mines Enterprises Consolidated Incorporated” con un capital de 50 millones de dólares, que adquirió todos los bienes de las dos compañías citadas (que juntas formaron la Empresa Minera Catavi) y el ferrocarril Machacamarca-Uncía.

En Catavi Patiño hizo grandes inversiones tanto en la mina como en el ingenio para elevar la producción, que llegó a su máximo en 1929 con 21.236 toneladas métricas finas, que no ha sido superada por toda la producción del país desde 1984. El ingenio Victoria, con capacidad de tratamiento diario de 2.000 toneladas, fue un modelo mundial en la concentración gravimétrica de estaño. La necesidad de mecanizar y abaratar el transporte de concentrados desde la mina, indujo a Patiño a construir el ferrocarril Machacamarca-Uncía, inaugurado en 1921. El ferrocarril Antofagasta-Oruro ya había sido construido por el presidente Aniceto Arce en 1892.

En 1945 se instaló la planta Sink & Float (sistema de preconcentración por medio pesado o “heavy medium system”), para mejorar la ley del mineral enviado al ingenio Victoria realizando un descarte del 60% y automatizando la selección manual de mineral realizada por las “palliris”. Con el fin de abaratar costos en la mina y hacer frente a la sostenida caída de la ley de cabeza, dada la mineralización diseminada del estaño en alguna zonas, en 1948 se introdujo en la mina y por única vez en el país, el hundimiento por bloques (“block caving”), que permitió extraer diariamente de la mina 5.000 toneladas, que preconcentradas alimentaban con 2.000 toneladas al ingenio. A mediados de la década de 1960 sus galerías tenían una longitud de 800 kilómetros.

Hasta la nacionalización de las minas, debido al fuerte laboreo (intensificado por el hundimiento por bloques) y porque no se descubrió nuevas vetas importantes (la última fue la veta Contacto en 1927), la ley de cabeza de la mina fue cayendo paulatinamente: 1916=17%, 1925=6,6%, 1935=3,8%, 1945=2,5% y 1952=1,1%.

Nacionalizadas las minas en 1952, la empobrecida mina, la falta de plantas y equipos adecuados de trabajo y la mala administración, dieron como resultado bajas producciones y elevadas pérdidas. Las leyes de cabeza continuaron bajando hasta 0,34% en 1981. El derrumbe del precio del estaño en 1985 provocó que la mina fuera cerrada al año siguiente y que cooperativas exploten el sumamente empobrecido yacimiento y los desechos minerales.

Comibol mejoró notablemente el aspecto salarial, las viviendas y la educación, así como las condiciones en los ambientes de trabajo. Incentivó mucho los deportes y por ejemplo Catavi tuvo campeones nacionales en natación y golf.

En Catavi se formaron muchos grandes dirigentes del sindicalismo minero, que tuvieron trascendencia en el acontecer político nacional, como Juan Lechín, Filemón Escóbar, Federico Escóbar, Irineo Pimentel, etc. Catavi fue una fábrica de dirigentes sindicales que, salidos de la mina por diferentes motivos, se desenvolvieron como tales en varias industrias y ciudades del país. Contribuyó a esta formación la radio Pío XII, con frecuentes programas políticos, económicos y sociales bien estructurados. Según René Zavaleta había que entender qué pasaba en Catavi, pues eso es lo que iba a ocurrir en el país. Carlos Toranzo dice que “fue el centro de Bolivia por muchos años, la economía y la política sucedían allí”.

Tuve la suerte de trabajar en esta mina entre 1973 y 1976, donde me compenetré de diversos sistemas de explotación, conocí a varios técnicos y obreros, de los que aprendí bastante y me imbuí de disciplina laboral, pues en interior mina se trabajaba de lunes a domingo, parando sólo el domingo luego del sábado en que se pagaba salarios. Fama merecida y desenlace triste para esta mina excepcional.