Nuevamente Bolivia asistirá a un proceso electoral, cuyas señales marcarán el reflujo del supremo objetivo de la paz, tolerancia y concertación, lo hará en un medio signado con múltiples diferencias de tipo social, cultural y político. En consecuencia, resurgirá la animadversión, que pretenderá alejar, para pesar nuestro, toda posibilidad de unidad y entendimiento nacionales.
Y con la firme convicción de obtener la reintegración marítima, Bolivia, fundada con costa propia en el Pacífico el 6 de agosto de 1825, ha presentado los elementos fundamentales, resumidos en un alegato de contenido jurídico e histórico, el pasado mes, en el proceso instaurado en contra de Chile, el año 2013, ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
Bolivia interpuso la demanda en el marco de una férrea unidad, misma que se mantiene incólume a la fecha. Oficialistas y opositores, occidentales y orientales, reiteraron al unísono su respaldo a dicho accionar, debido a que se trata de una cuestión de interés nacional.
Esta unidad debe primar en el proceso electoral 2014. La confrontación, propia de esta actividad, no debe distraernos, debemos articularnos en torno a la demanda marítima, que se fortifica inclusive con el apoyo de ciertas organizaciones sociales de Chile. Y que los candidatos a diferentes cargos de la administración pública hablen un solo idioma en relación con nuestra reivindicación marítima. Sería imperdonable que alguien se salga de este contexto.
Que nadie, izquierdista o derechista, oficialista u opositor, pretenda ganar votos enarbolando la causa marítima, radicada, desde hace un año, en La Haya. Además ella no tiene tinte político ni está marcada con la sigla de partido alguno. Pues lleva el distintivo de la tricolor: rojo, amarillo y verde, rotulada con la significativa palabra: Bolivia.
Por lo visto no sólo nuestros políticos sino los ciudadanos de a pie están conminados a manejar con pinzas, en sus discursos y pláticas cotidianas, el supremo objetivo de la demanda marítima, que busca, en la Corte Internacional de Justicia, la restitución de la soberanía boliviana en el océano Pacífico. Con una actitud de esta índole evitaremos la duda, la debilidad, la indecisión y el retroceso.
La ruta que nos permitirá retornar al mar será diseñada y consolidada por el alto tribunal de la Organización de Naciones Unidas, guste o no, acepte o no, el agresor de 1879. Entonces estaremos agradecidos a la justicia divina y humana por el fallo que nos redimirá del centenario encierro geográfico. Entonces estaremos en condiciones de honrar la memoria de nuestros mayores que ofrendaron sangre y vida en defensa de la heredad patria.
En suma: lo ideal sería que en la competencia electoral se exponga con mucha inteligencia el tema marítimo, porque éste traduce el sentimiento patriótico nacional. Es un asunto estrictamente cívico, que incumbe a todos los bolivianos y bolivianas, sin distinción alguna.
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