La demanda marítima, que radica en instancias de la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, desde abril de 2013, requiere del respaldo, del coraje e impulso de todos quienes nos preciamos de bolivianos y bolivianas, y que estamos dispersos dentro y afuera de las dilatadas fronteras de nuestra Patria.
No podemos mirar de palco lo que está sucediendo con ella, en el alto tribunal de la Organización de Naciones Unidas, sino tratar de coadyuvar, en el marco de las posibilidades, a fin que Bolivia salga airosa y se imponga, de una buena vez, el histórico propósito de recuperar la salida al océano Pacifico, que nos fue arrebatada mediante la nefasta invasión anglo – chilena de 1879.
“En Bolivia no se alienta animadversiones ni rencores. Mi país anhela tan sólo y muy justificadamente que se levante su enclaustramiento; este encierro que dura ya noventa y cuatro años y que, en una etapa en la que se proclaman en nuestro Continente propósitos de verdadera hermandad, resulta no únicamente extraño sino execrable. En Chile, por otra parte, parecería existir en algún sector de opinión el convencimiento de que no es justo mantener a Bolivia encarcelada a perpetuidad”, afirmó, hace más de 40 años, Jorge Escobari Cusicanqui, en conferencia pronunciada en la Universidad Nacional “Federico Villarreal”, el 21 de marzo de 1973.
En consecuencia estamos conminados a difundir y defender, a viva voz y con la firmeza que el caso amerita, los objetivos que encierra dicha demanda, que ha generado expectativas en la ciudadanía boliviana, desde el momento mismo que fue iniciado su trámite en La Haya.
En este marco los compatriotas que residen en el exterior, y que suman miles, por supuesto, deben tratar de multiplicar sus voces y acciones patrióticas, en la histórica perspectiva de que la demanda marítima llegue a feliz término, dentro de dos, tres o cuatro años. Ellos, que se constituyen en un valioso contingente de compatriotas, y que viven en contacto, en relación y comunión, con la faz del mundo, deben asumir el papel de emisarios de la causa marítima, tan manipulada y postergada por el agresor de 1879. Tienen que dar a conocer, a voz en cuello, los motivos de nuestro centenario encierro geográfico, en el seno del país que los ha cobijado, ofreciéndoles mejores condiciones de vida, en el este u oeste, en el norte o sur, de nuestro planeta.
Sólo en Chile viven más de 25.000 bolivianos cumpliendo diferentes actividades. En consecuencia estos compatriotas nuestros tendrán la difícil tarea de persuadir a los chilenos para que hagan causa común con la demanda marítima boliviana. De tal manera que los cabos no estén sueltos acá ni allí.
Este emprendimiento patriótico debe aunar esfuerzos y además debe gozar del asesoramiento y estimulo de los servidores públicos dependientes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia.
En suma: es de capital importancia que los compatriotas que residen fuera del país, sean los emisarios de la causa marítima boliviana, en esta hora tan decisiva para los supremos intereses nacionales.
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