La probabilidad de que el Gobierno se vea obligado a desistir del proyecto de la construcción de una base antidrogas, con apoyo de la Unión Europea, en la otrora pintoresca, pacífica y progresista población de Yapacaní en el norte cruceño, como efecto del amago de sus autoridades y representantes sociales para determinar contundentes medidas de presión a fin de “no ceder un milímetro” ante aquella intención gubernamental, tratando al mismo tiempo de amedrentar e instigar para que sea instalada en otro lugar, constituye un abierto llamado a la desobediencia civil e insurrección.
Dicho ultimátum, al margen del actual azote del narcotráfico, es por lo pronto indicio de la aparición de otro flagelo igual o peor que el anterior (quiera Dios que no sea así), que es la agresión del terrorismo y la subversión armada.
La trágica experiencia de países hermanos como Colombia, Argentina, Uruguay, Perú y actualmente Centro América muestra al narcotráfico -al margen del azote delictivo- como un tonto útil, pero aprovechable con financiamiento clandestino para el abono del terreno para la creación de zonas dominadas e implantación de organizaciones ilegales, imponiendo su “veneno lento pero seguro”.
Cabe preguntar ¿qué pasó después que el terrorismo subversivo contra el Perú fue militar, policial y políticamente derrotado? Recordemos la saña con la cual este movimiento sorpresivo e inusitado -pero eficientemente estructurado- agredió a este país a través de su guerrilla urbana y rural contra autoridades, instituciones, poder judicial, empresa privada, etc., con el trágico saldo de 25.000 muertos degradando e intimidando el espíritu de la población y reduciendo definitivamente no solamente su capacidad económica, contaminando principalmente su ascendiente moral.
Infelizmente, el país hermano al presente no consigue recuperar definitivamente el dominio de anteriores zonas dominadas por la subversión y el narcotráfico. Las autoridades se cubren los ojos.
Hoy es casi inaceptable la denuncia actual de radio “Amauta” de Ayacucho sobre la nueva preparación y entrenamiento de niñas, niños y adolescentes rapados y uniformados por parte de la guerrilla en el extenso valle del Apurimac. Esta situación, conocida por UNISEF, ha provocado horror y consternación, acusando por ello al mismo tiempo a “remanentes” de pasados movimientos subversivos.
Es decir que, concluyentemente, el proceso de movimientos totalitarios contra nuestros regímenes democráticos en la región parece cuento del pasado, pero no lo es, no fue el único, ni será el último.
Recordemos hechos recientes, como la violencia desatada en Apolo, que terminó con la vida de dos militares, un policía y un civil, acontecimientos que el Gobierno relacionó -con toda ligereza- únicamente con actividades del narcotráfico.
En otro lado del continente, el presidente Calderón (México) a tiempo de denunciar la cantidad de 31.000 fallecidos a partir del 2006, confiesa la impotencia del Gobierno por no recuperar zonas dominadas por clanes aun de ciudades turísticas como Monterrey y del propio distrito federal, es decir del actual imperio del mal, aún en áreas urbanas, así como en casi toda su cobertura fronteriza con Guatemala (esta última revela a su vez el retiro de su policía de 32 municipios de la región por constituirse en áreas dominadas de alto riesgo).
Infelizmente nuestras escépticas autoridades no quieren ver ni indagar sobre la amenaza latente del perverso y cuidadoso proceso; simplemente la descartan y subestiman. Son los mismos que prefieren siempre la moral del miedo a la moral de la esperanza.
El autor es abogado.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |