La mala herencia de los comunistas bolivianos

En 1848 se conoció en Europa el Manifiesto Comunista de Carlos Marx y Federico Engels, que proclamó “proletarios del mundo uníos” y sosteniendo que el partido comunista es el partido de los proletarios, además de su carácter internacional. Los seguidores de las ideas marxistas se fueron dividiendo en social demócratas, la primera, segunda, tercera y cuarta internacional por causa de las diversas interpretaciones que dieron a las ideas del socialismo denominado científico por los primeros comunistas.

Con la ideología comunista se hizo la Revolución Rusa en 1917 y fue Lenin (Vladimir Ilich Ulianov) la cabeza de esa revolución denominada bolchevique. A la muerte de Lenin, la interpretación de hacer la revolución primero en la URSS y la de la revolución permanente, dividió a Stalin y Trotsky, el primero se hizo del poder en la ex Rusia y el segundo fue asesinado en México por el largo brazo del stalinismo.

En los inicios de la década de los años 20 del pasado siglo, llegaron a nuestro país las ideas del socialismo marxista divulgadas por Raúl Gainsborg y Gustavo A. Navarro. En la década de los años 30 influyó la obra de José Carlos Mariátegui “Siete ensayos de la realidad peruana” de corte marxista en su interpretación. En 1928 Gustavo Navarro escribió con el seudónimo de Tristán Marof un folleto titulado: “La justicia del Inca”, en el que desde la óptica marxista sostuvo: tierras al indio, minas al Estado. Ese año se realizó en Cochabamba un Congreso de estudiantes, que propuso en sus conclusiones una serie de planteamientos que se dieron realidad 20 años más tarde con la Revolución Nacional.

Luego de terminada la Guerra del Chaco, los marxistas bolivianos se dividieron y enfrascaron en dos posiciones, los trotskystas del POR que seguían a la 4ta. Internacional y los estalinistas a la 3ra.

El Partido Obrero Revolucionario (POR) representó a los trotskystas y el Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR) al estalinismo. El primero tuvo influencia en sectores de trabajadores mineros y el segundo en grupos universitarios y de trabajadores urbanos, éste último desapareció luego de abril de 1952 y con algunos de sus saldos se fundó el Partido Comunista de Bolivia.

Cuando estalló la Guerra del Chaco y miles de jóvenes bolivianos se alistaron para sufrir las penurias de la que se llamó “guerra estúpida”, los jóvenes comunistas de una y otra tendencia no se alistaron y prefirieron el autoexilio. Concluida la guerra retornaron al país para derrocar al presidente mártir Gualberto Villarroel López y colgarlo en un farol de la plaza Murillo, por haber dado los primeros pasos para liberar a los indios de su condición de siervos de la gleba, impulsar la organización de sindicatos y federaciones de trabajadores y afectar los intereses de la gran minería de Patiño, Hotschild y Aramayo. Los comunistas del PIR demostraron en la práctica política la defensa de los intereses del capitalismo minero y feudal.

El día 4 de noviembre de 1964, cuando se produjo el golpe militar alentado por el Pentágono norteamericano, para derrocar al último gobierno de la Revolución Nacional, los comunistas estrecharon filas con las fuerzas reaccionarias e instalaron en el poder al Gral. René Barrientos que inauguró el ciclo del poder político militar que duró 21 años y se destacó por la persecución a los trabajadores, la intervención a las organizaciones sindicales, la rebaja de salarios de los trabajadores de las minas, y la masacre de mineros la noche de San Juan.

Si bien es cierto que algunas ideas de los comunistas del PIR influyeron en las medidas revolucionarias de Abril de 1952, y que el POR influyó en la tesis de los trabajadores mineros, denominada de Pulacayo, en general su paso por el poder político ha sido penoso, pues una cosa es el discurso de café y folletería y otra su gestión. Recordemos sólo su presencia en la Unidad Democrática Popular (UDP) que liquidó la endeble economía nacional y traicionó a Siles Zuazo, conspirando desde dentro de ese frente político.

En general los socialistas comunistas de la izquierda marxista han tenido poco resultado en la realidad política, pues una cosa es la teoría y otra la realidad.

Su paso por la historia política del país ha sido poco provechosa y aún en este tiempo su discurso es sólo eso, pues en la realidad defienden los intereses de quienes dicen atacar, y son tanto o más corruptos que los derechistas. Ya el mítico guerrillero Che Guevara, en una de sus anotaciones con motivo de la lucha armada que organizaba, dijo: “los comunistas bolivianos son unos cerdos”.