Codicia del dinero
Betania, (Jordania).- El papa Francisco afirmó ayer en Betania, en Jordania, que el odio y la codicia del dinero son la raíz y la causa de la guerra y acusó de la continúe la guerra en Siria a todos aquellos que negocian con los conflictos y fabrican y venden armas.
En un discurso ante cerca de 600 personas que abarrotaban la iglesia levantada en el sitio donde la historia sitúa el bautismo de Jesús, el pontífice pidió a los presentes “que busquen en su corazón una palabra para que esta pobre gente se convierta”, e instó a la comunidad internacional a ayudar a Siria a salir del conflicto, informó Efe.
“Las raíces del mal están en el odio y la codicia por el dinero. Esto nos debe hacer pensar”, afirmó Bergoglio, quien pidió que “prevalezca la razón” para que pueda volver a reinar la paz en Siria “con la ayuda internacional”.
El pontífice, que volvió a salirse del guion establecido, subrayó asimismo que el diálogo es la única vía para solucionar la guerra fratricida en Siria y solicitó a todas las partes implicas que se avengan a negociar.
“Me dirijo a la comunidad internacional para que no deje sola a Jordania ante la emergencia humanitaria que se ha creado con la llegada de un número tan elevado de refugiados, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda. Y renuevo mi vehemente llamamiento a la paz en Siria”, subrayó.
“Que cese la violencia y se respete el derecho humanitario, garantizando la necesaria asistencia a la población que sufre. Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas y todos vuelvan a la senda de las negociaciones”, recalcó ante refugiados sirios, cristianos y musulmanes.
Bajo un cálido atardecer a las puertas del desierto, Francisco destacó que “la solución, de hecho, sólo puede venir del diálogo y de la moderación, de la compasión por quien sufre, de la búsqueda de una solución política y del sentido de la responsabilidad hacia los hermanos”.
“El lugar en que nos encontramos nos recuerda el bautismo de Jesús. Viniendo aquí, al Jordán, para ser bautizado por Juan, se mostró humilde, compartiendo la condición humana: se rebajó haciéndose igual a nosotros y con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación”, afirmó.
“Nos sorprende siempre esta humildad de Cristo, cómo se inclina ante las heridas humanas para curarlas. Y, por nuestra parte, nos sentimos profundamente afectados por los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio”, agregó.
Francisco, que minutos antes rezó de pie a orillas del Jordan y bendijo sus aguas como hicieran sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, tuvo sus palabras más cálidas para aquellos niños que han tenido que abandonar sus ahogares y refugiarse en Jordania a causa de la guerra civil en Siria.
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