Según psicólogo:
Si bien, dentro de la zona de Arcopongo, durante la última semana, se han visto enfrentamientos armados en los que han participado comunarios y cooperativistas de ambos bandos, la violencia psicológica generada es el mayor perjuicio en los pobladores de la región; heridas mentales y emocionales que no sanarán a pesar que se llegue la solución al conflicto, manifestó el psicólogo, Javier Saavedra.
“En este tipo de enfrentamientos, la mayor afectación está en la parte psicológica, tanto de las personas que actuaron directa e indirectamente en el conflicto, como en los alrededores, porque se genera una incertidumbre e inseguridad en cuanto su situación y su estabilidad que es sufrida desde los niños, quienes muchas veces son víctimas de un mal manejo de la situación por sus mismos padres, como en el caso de los que se encontraban cerca del detenido en Arcopongo”, manifestó Saavedra.
Uno de los trabajadores administrativos de una de las minas del lugar, que anterior al conflicto, se dio cita para levantar algunos estudios en las minas, manifestó que este problema que viene sucediendo desde hace más de dos años atrás, sin que nadie se haga responsable, tiene a la población en completo estrés y con tendencia a la agresión.
“La situación es verdaderamente tensa en esta región, no se puede llegar como si nada, a todo extraño que llega lo toman como un avasallador y es por la situación de sentirse inseguros, el trato es el mismo en ambos bandos como viven en el abandono entonces no hay autoridad y como ya ha habido enfrentamiento anteriores, en el lugar y en otros de la provincia o del departamento donde hay minas relacionan lo que puede suceder, entonces cualquier tipo de acción puede ser la chispa que enciende la dinamita”, manifestó el funcionario que prefirió mantener su identidad en reserva.
En este entendido, en el testimonio de varios pobladores de las comunidades afectadas, que fueron llegando a la Sede de Gobierno en el transcurso de la semana en busca de ayuda, se pudo ver la tensión ocasionada por el conflicto que se dio en medio del abandono y aislamiento en el que se encuentra todo este sector.
“Hemos venido escapando, querían matarnos, había disparos nos querían agarrar los comunarios, lo único que queríamos era trabajar, ellos nos han atacado, estábamos en grupo pero hemos tenido que separarnos”, comentaba uno de los cooperativistas, con profundo temor por lo que pidió no dar a conocer su nombre, porque se sentía perseguido.
Sin embargo, otro de los pobladores, que llegó para denunciar la explotación de oro en el lugar, manifestó que fueron los cooperativistas los que llegaron encapuchados para atacar y desalojar a los pobladores del lugar, que al no poder reconocer su rostro no sabían quiénes eran y solo les quedaba huir.
En este sentido el especialista mencionó que durante y después de este conflicto, la ansiedad, el temor, la tristeza, depresión e inestabilidad, por la pérdida de seres queridos ya sea por su muerte o por que tuvieron que desplazarse hacia otros lugares para defenderse, serán síntomas que permanecerán por mucho tiempo en la mente de los pobladores y que se reactivará ante cualquier tipo de conflicto, que muchas veces genera un mayor enfrentamiento.
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