Para Defensor del Pueblo
El Defensor del Pueblo, Rolando Villena, afirmó que “la erradicación del racismo en Bolivia está lejos de la realidad porque en muchos casos, las formas de discriminar se han mimetizado bajo otros mecanismos más sutiles, pero igual de destructivos”.
Ayer se recordó el Día nacional de la Lucha Contra la Violencia y la Discriminación, oportunidad por la cual Villena tomó la palabra para recordar que eñ racismo y la discriminación son indicadores definitivos para conocer si el Estado Plurinacional se está implementando como manda la Constitución o si continuamos en el ámbito de lo discursivo.
Recordó que en el país se vivían niveles de discriminación intolerables en razón de raza, sexo, cultura, género, edad, situación económica, idioma, opción sexual, salud, niveles de educación e incluso religión y creencias.
“Es indudable que hemos avanzado en este propósito; hoy tenemos una Ley que es ejemplar en el Continente, una política pública de alcance nacional, instituciones como el Viceministerio de Descolonización o el Comité contra la Discriminación y el racismo, modelos de educación y sensibilización, adscripción de entidades, organizaciones, empresas y movimientos sociales, pero ante todo la generación de una conciencia colectiva que ha puesto el tema en el centro del debate y la agenda pública”, señaló.
Sin embargo lamentó que la discriminación continúe reproduciéndose en los modelos que recibimos de algunos discursos públicos, el lenguaje cotidiano, la publicidad, los medios y el internet.
En Bolivia la discriminación fue, y es todavía, el pan de cada día (La más fuerte seguramente es la racial). La discriminación viene desde siglos atrás, y adquiere rango de “costumbre” con la llegada de los invasores. Continúa la discriminación racial en el periodo de la república, disminuyendo gradualmente su incidencia, conforme se sucedieron gobiernos populares que implementaron políticas para disminuir el racismo; recién, a principios de los 50 se elimina el pongueaje que era una forma de esclavismo, por lo tanto de discriminación. Y con la llegada de un indígena al poder en 2006, se puede decir que se rompieron con todos los paradigmas que colocaban al quechua, al aymara, al tupy guarany, como ciudadano de tercera clase en este país llamado Bolivia.
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