De Leonardo Da Vinci a Ricardo de “Vitichi”

La salud del arquitecto y plástico comenzó a decaer



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El arquitecto autodenominado Ricardo Pérez de Alcalá de “Vitichi”, en sus últimos años continuó realizando su labor en algo que le apasionaba pintar, pues muchas familias deseaban que sus viviendas, antes de ser construidas, sean proyectadas en acuarela por el magistral plástico boliviano, que si bien tuvo una vida desordenada, vivió como él quiso, libre como cuentan sus allegados.

Sin embargo, la vida uno no la tiene comprada y, en los últimos años, el pintor y arquitecto comenzó a disminuir sus actividades, ya que tenía muchos problemas para trasladarse de un lugar a otro; prueba de ello es cuando conversamos en La Casona, en medio de un café, pues aún se mantenía erguido, aunque se lo advertía con dolores en el cuerpo, pero nunca quiso referirse al tema.

Ricardo siempre contaba sus chistes y solito se mataba de risa, de esa manera matizaba la labor de sus compañeros, era para conseguir que realicen sus encargos, como motivando a los arquitectos: “Él me entregaba una zonificación, perímetro y no entendíamos qué es lo que quería hacer, porque en sus bocetos no había la entrada de la casa que se proyectaba, y él atinaba a decir, por aquí la entrada y las gradas, dormitorios en este lado. Quería que me entregue los lineamientos como normalmente trabajamos, pero no era así, tenía que hacer el papel de la digitalización del proyecto, sin embargo al final terminaba haciendo todo el proyecto, la función y la plástica él lo hacía también la morfológica. Las primeras veces no le entendía y luego con los propietarios afinábamos algunos detalles e incluso los trámites con la Alcaldía me encargaba, porque él no podía moverse, decaía en su salud y no estaba bien y nunca nos dijo de qué estaba enfermo, era muy reservado en el tema, parece que estaba delicado del estómago, tampoco le preguntamos, solamente nos dedicábamos al trabajo”, continúa contando Shirley Patty Balboa, quien se encargaba del diseño de las obras de Pérez Alcalá de Vitichi.

El artista era muy vivaracho con sus amigos, además de cordial y amable, pero muy poco conocemos de su vida familiar: “Él intentaba mostrarse muy sano, vital, nunca dijo que estaba mal de salud, cuando Mónica Rina nos llamaba (ayudante y artista de Alcalá) simplemente nos comunicaba que no podía venir a la oficina”, recuerda Balboa.

Ricardo de “Vitichi” en México y Colombia obtuvo varios primeros premios a nivel mundial y sus presentaciones en arquitectura eran primero en pinturas a la acuarela para sus clientes. La gente, como sabía que sus obras eran valorizadas, pedían que se los firme: “Los clientes me pedían sus pinturas que, efectivamente, era de sus casas. Lo que quiero decir (es) que los clientes valoraban su pintura, además estaba hecho por Alcalá, ese era el plus, ellos aceptaban el precio que era alto, pero no le discutían, porque le daban mucho valor a sus obras plásticas, nombre e imagen de su persona”.

Era de carácter afable con las personas, exigente con sus proyectos y había algunos detalles que no los pasaba, “hacía repetir y realizaba algunas rayas y tenías que interpretar su idea, pero siempre se adecuaba a las normas de la Alcaldía y se fijaba en la plástica, no en la función de la casa, esto coordinaba con el equipo que lo acompañó hasta su muerte. Primero se diseñaban sus obras y luego recién las maquetas; eso llevaba a sus clientes y con eso hacía aprobar sus proyectos, pero siempre se trabajó contra el tiempo, era su forma de ser”, comenta la arquitecta.

Él confiaba en el trabajo de su equipo: “Nunca le hemos preguntado sus tarifas y tampoco hemos hablado, pero el arquitecto nos pagaba más de la tarifa normal, siempre nos reconocía más de lo debido. En muchos casos nos pedía el cómputo y presupuesto y nunca fue con el arancel del colegio de arquitectos”.

Concluye destacando la mayor virtuosidad de “Vitichi”: “La genialidad que él tenía es que a problemas de matemáticas, siempre le encontraba una solución dentro su imaginación, dentro la plástica, espacios, circulación, volumen y eso le gustaba a la gente. Aunque en mi opinión perdía mucho espacio en sus proyectos, pero a él le gustaba que las construcciones sean de esa manera, por ejemplo el diseño de los baños le gustaba de 5 x 5 metros, no era del criterio que los baños sean debajo las gradas, como ahora hacen los arquitectos por ganar espacio. Para él, los baños era con mucha luz y ventanales y en ese formato sabíamos cómo trabajar con las maquetas también”.

 
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