Leer para conocer nuestra historia

En la vida cotidiana todos contra todos nos enfrentamos, en bloqueos, manifestaciones callejeras, en tribunales donde hay lucha entre el bien y el mal, en las interminables pugnas político partidarias, la corrupción y desorganización latente, etc. Para qué ahondar más las heridas de la amada Patria.

Se muestra algunas obras y hechos positivos, pero sigue la debacle social, por la cual miles de jóvenes no tienen ocupación ni trabajo, muchos se van a otros países y pocos vuelven. Ese capital humano se aleja de su lugar de nacimiento, donde debía trabajar y producir.

Estos problemas son ocasionados por malos gobernantes de turno, que nunca se ocuparon de la convivencia social y laboral de los trabajadores. No calcularon el crecimiento vegetativo de la población, no incentivaron la creación de fuentes de trabajo. Grandes fábricas como Soligno, Said, Forno y otros desaparecieron con la entrada de ropa usada y producción fabril y agroindustrial chilena, que ahora persiste con más fuerza. Para hacer mayor daño a la economía boliviana fueron creadas zonas francas en Arica e Iquique, que absorbieron el transporte de importación y exportación que hacía el Ferrocarril Guaqui-La Paz, que era la salvación de Bolivia después de 1904.

La vía más corta al Pacífico: Guaqui - Puno – Matarani - Mollendo fue relegada por las rutas de Arica, Iquique y Antofagasta, quedando cerrado y abandonado Guaqui, el Puerto mayor internacional de Bolivia, por la actitud infame de malos gobernantes de esos tiempos. Desaparecieron las grandes maestranzas de Guaqui, Viacha y Pura Pura, por lo que más de mil trabajadores engrosaron las filas de los desocupados.

Ante tantas adversidades, es justo y necesario desarrollar un espíritu renovador, de buena fe y conciencia, así demostraremos que realmente queremos con lealtad a nuestra Patria.

Habiendo sido presentada la demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, nos queda esperar su dictamen de sabia jurisprudencia.

En 1879, la artera invasión a Antofagasta llegó hasta Tacna, donde el ejército boliviano estaba sin transporte marítimo, quedando solo para defender esa ciudad. Se produjo la batalla del Alto de la Alianza el 26 de mayo, donde el ejército chileno de más de 20.000 hombres, con armamento moderno, enfrentó a los defensores del Perú y Bolivia, que eran la mitad de esa cantidad. A pesar del fatal resultado se cubrieron de gloria y heroísmo los Colorados de Bolivia, que ofrendaron sus vidas.

En ese combate se demostró la valentía de la mujer boliviana. Al respecto el escritor Roberto Querejazu relata que la señora Ignacia Zeballos, nacida en Santa Cruz, llegó del exterior a Tacna para ofrecer sus servicios como enfermera y participó en las excursiones que tropas aliadas hicieron a Ite y Moquegua. Menciona que la señora enfermera atendió a los heridos, en actos humanos de altruismo, por salvar la vida de los heridos. “Llegué a la ambulancia donde se atendía a unos 23 heridos bolivianos, siendo los demás chilenos y uno que otro peruano. Pasé al campo de batalla y al ver mortandad tan inmensa se partió mi corazón y lloré sangre”, relata. Bolivia debe erigir un monumento a la enfermera Ignacia Zeballos.

Leer y leer tiene que ser la consigna de los bolivianos. El libro “Guano, salitre, sangre” del escritor Roberto Querejazu Calvo es un aporte patriótico, que debe ser conocido en instituciones militares, universidades, cámaras legislativas, y ser leído por todos los jóvenes, que son la esperanza de resurgimiento de la Patria.

Tenemos que dejar atrás los prejuicios y la indolencia que tato daño han causado al país. La razón y el derecho pertenecen a Bolivia, no a Chile que con la fuerza de las armas despojó a Bolivia de su salida al océano Pacífico.

Finalmente, en el día 27 de mayo que reciban un fuerte abrazo las nobles y sacrificadas madres bolivianas.