Sumida en el ostracismo del vasa-llaje colonial, aprisionada en los fastuosos tentáculos de la España señorial, agoniza la joven América de Colón, privada de libertad y amarrada de manos frente a un destino incierto. Em-pero, era necesario afrontar la impostura realista y conseguir la libertad, que era el supremo anhelo de esa gesta bravía, nacida entre las breñas, los riscos y los llanos del Alto Perú. Y empezó el movi-miento de emancipación, marcando nue-vos rumbos en la vida de los pueblos de ese rincón del nuevo mundo.
La historia de América encierra en sus cofres de oro, tesoros heroicos que per-duran a través del tiempo con deslum-brante luminosidad. Surgen los guerrille-ros de la Independencia: Esteban Arze, Warnes, Padilla, Antezana y otros más, cuyas figuras emergen con proyecciones inconmensurables en la historia épica del Alto Pe-rú, emprendiendo el cami-no de la gloria, rumbo a la liberación de América, rompiendo las cadenas opresoras en un supremo impulso de superación. . . Más, no cupo la suerte del sacrificio en aras patriotis-mo sólo a ellos; también supieron escribir con san-gre, páginas de historia, las mujeres de Cochabamba, que son el símbolo auténti-co de la pujanza de una ra-za. Pues, si faltaban hom-bres para el combate, so- braba el valor legendario de las mujeres que habían quedado a la saga de las avanzadas patriotas.
LA HISTÓRICA COLINA DE “SAN SEBASTIÁN”
Pero, juzguemos el valor de las muje-res de Cochabamba, a través de la ar-diente pluma del insigne escritor bolivia-no, Dn. Eufronio Vizcarra, que refirién- dose a la epopeya de la Colina de “San Sebastián”, dice: “. . . en aquella ocasión cupo a las mujeres de Cochabamba un papel sobresaliente. . . muchas de ellas seguían a los guerrilleros en su ascensión a las cuatro serranías existentes (San Sebastián, Ticti, Alalay y San Pedro), todas ellas al sudeste y sud de la ciudad, exaltándoles su patriotismo y empuján-doles a la lucha. Otras marchaban con-duciendo víveres y pertrechos de guerra. Ninguna de ellas desfallecía en su afán extraordinario de contribuir con algo a la defensa de la Patria. . .”
Por otra parte, oigamos al notable his-toriador Dn. Bartolomé Mitre, que dice: “Resuelto el pueblo a perecer antes que rendirse, se reunió en la plaza pública en número como de mil hombres. Allí inte-rrogado por las autoridades si estaban dispuesto a defenderse hasta el último trance, algunas voces contestaron que sí. Entonces las mujeres de la plebe, que se hallaban presentes, dijeron a grandes gri-tos que si no había en Cochabamba hom-bres para morir por la Patria y defender la Junta de Buenos Aires, ellas solas sal-drían a recibir al enemigo. . .”; y luego continúa traduciendo esta gran epopeya: “. . .estimulando el coraje de los hombres con esta heroica resolución. JURARON MORIR TODAS ANTES QUE REN-DIRSE. . . y hombres y mujeres acudían a las armas, se preparaban a la resisten-cia y tomaron posesión del Cerro de “San Sebastián”.
PALOS, GARROTES Y CUCHILLOS
Ancianos, mujeres y niños, gran ejér-cito aguerrido con el alma encendida, repta dificultosamente la serranía, bajo un sol de plomo candente a ocupar su puesto de combate, frente a las huestes del realista Goyeneche, y en la erizada colina de “San Sebastián” se produce el encuen-tro, allí en la tumba de los tiranos y altar de la victoria, sobre el cimiento inconmovible de un monumento de heroísmo que se alza hasta el cielo. . . Pero, ¿cuáles eran las ar-mas de este ejército de mujeres y ancianos. . .? Oigamos nuevamente a Vizcarra: “. . . un clamor inmenso en el que habían rumo-res de tempestad y gritos de desesperación se alzó de esas alturas, anunciando la hora de la prueba y del sacrificio. Era el reto lanzado al invasor por hombres armados de palos y por mujeres sin armas, que no pudiendo vencer, habían acudido allí, a hartar con su sangre y con sus desgarra-das carnes a las hueste feroces que soste-nía en esta parte de América, la causa del Rey de España. . .”
¡¡¡Palos, garrotes y cuchillos!!! Y ante todo, un inmenso corazón, un alma infla-mada de amor patrio y una decisión firme: morir por la libertad atajando con sus cadáveres el paso del impostor. . .
ESTÁN LAS MUJERES DE COCHA-BAMBA?. . . GLORIA A DIOS, HAN MUERTO TODAS EN EL CAMPO DEL HONOR. . .
Esa suprema liberación del espíritu constreñido por la fuerza psicológica del dominador, ese anhelo que hizo vibrar los nervios de esa oscura muchedumbre apos-tada en la cúspide del sacrificio, ese valor sublime que contrajo los músculos fláci-dos de las ancianas para blandir el cuchillo y los palos, han servido para rubricar lo que sólo dos veces la humanidad absorta ha contemplado a través de los siglos: He-roísmo de mujer, de hembra que trastrueca su debilidad física y se yergue como un gigante sobre los gigantes!!!
Esa es la gloriosa tradición de la mujer cochabambina, su valor, su orgullo y su porvenir. . . Es la fuerza incontenible de su sino racial y telúrico. Su prosapia heroica se eleva majestuosa e impertérrita como el Tunari y como la Colina histórica dentro de la historia de América y el mundo todo.
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