En el día de las Heroínas

En el Día de las Heroínas de la Coronilla, amanecí temblando, no de emoción sino de frío, a raíz de la baja temperatura que registraba en mi alcoba conyugal, donde se presentó de improviso mi pariente espiritual blandiendo una “makana”, que en lengua quechua quiere decir garrote, arma que ellas utilizaron para defenderse de las tropas realistas que dominaban nuestro territorio.

Al ver a mi comadre -descendiente directa de las famosas Heroínas- mis temblores se acentuaron, hasta que ella me tranquilizó un poco al anunciarme que venía en misión de paz y esperando que me vistiera rápidamente, porque el camisón que yo llevaba no era el más apto para lucirlo en una fecha tan memorable, consejo que acepté no sin pedirle que cerrara sus ojos para cambiarme de vestimenta.

Ya vestido convenientemente, me acerqué a la cholita cochabambina, abrazándola respetuosamente, sin atreverme a apechugarla un poquito, porque ella no aflojaba su garrote, arma contundente capaz de romper una cabeza por muy inteligente que pudiera parecer.

Puestos a conversar en mi escritorio, pregunté a mi comadre si las heroínas de Cochabamba permanecían igualmente valientes a aquéllas que combatieron por nuestra Independencia en 1810, respondiendo Macacha que ella seguía siendo valerosa, pues continuaba librando batallas por su cuenta y riesgo contra todos los déspotas y tiranos que atentaban contra su libertad y por ello se asoció con este periodista a quien le ayuda a escribir y a veces le facilita algunos dinerillos para sobrevivir en esta época de crisis que afecta a algunos que no se rinden. Yo agradecí sus palabras y aproveché la oportunidad para entregarle un pequeño obsequio, porque yo también sé rendir homenaje a las madres; este mi gesto gentil fue correspondido por ella, quien me entregó una billetera porque alguien le había dicho que yo soy la madre de todos los vicios, piropazo que tiene algo de verdad y mucho de exageración.

Hablando de la Madre y de las Heroínas, dije a la cholita de Quillacollo que yo recordaba a la mía, que murió hace muchos años y que también fue una verdadera heroína cochabambina, confidencia que agradeció mi comadre, quien se unió a mis sentimientos, agregando a mis palabras estas otras: “entonces, compadrituy, usted es de madre y comadre cochabambinas”, lo cual me inspiró orgullo y felicidad en este día de tanta significación y luego me invitó a almorzar a su restaurante preferido que es el “Manka Siñani”, en un barrio Popular de La Paz.

Mientras ambos conversamos acerca de la Madre y de las Heroínas de la Coronilla, personajes pertenecientes al partido que dirige nuestro Presidente Vitalicio comentaban, en algunas mesas próximas a la nuestra, acerca de las próximas elecciones de octubre, asegurando su triunfo electoral, tema que preferimos no escuchar por considerarlo muy sucio, en un día que Macacha y yo dedicamos íntegramente a honrar a nuestras madres y a las Heroínas de la Coronilla. Un beso de cariño a todas ellas.