María Milán García
“Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”, decía el escritor Mark Twain. Viajar proporciona conocimientos, educación, entendimiento y respeto entre culturas. Las vacaciones llevan unida la palabra turismo y la planificación de los viajes se convierte en el reto de las vacaciones. Qué visitar y las excursiones que se harán, dónde comer y alojarse o qué comprar influyen en el desarrollo del destino o país elegido.
Existe una forma de organizar todo esto de forma sostenible, de generar ingresos para la población local, emplear medios que no dañen la ecología de la región y apoyar los derechos humanos de sus habitantes. Es el llamado turismo ético, solidario o sostenible.
“El turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas”, así define la Organización Mundial de Turismo (OMT) un término que ha cobrado fuerza con los años y con la concienciación mundial, el turismo sostenible. Por su parte, la UNESCO señala que esta forma de viajar “debe ser ecológicamente sostenible a largo plazo, económicamente viable, así como éticamente y socialmente equitativo”. Es importante no confundirlo con los programas de voluntariado en vacaciones, pese a que utilicen términos similares como solidaridad, responsabilidad o ética. El voluntariado exige un compromiso diferente y son otros sus objetivos. En el turismo sostenible el viajero acude a disfrutar de unas vacaciones que son más respetuosas con el medio ambiente y la comunidad local que allí habita.
El Instituto de Turismo Responsable es una organización sin ánimo de lucro que colabora con la OMT y la UNESCO. El ITR otorga la certificación Biosphere Responsible Consume a los destinos, empresas, establecimientos y productos turísticos que optan por el modelo de gestión turística responsable. “La solidaridad internacional, la visión global de los problemas, la generación de negocios locales sostenibles, el enfoque de género, el comercio justo y la atención a la diversidad” forman parte esencial de la filosofía del Centro Español de Turismo Responsable, otra organización. Las agencias de viajes, conscientes de este auge turístico, se suman a su causa. Agrotravel, una agencia que desde hace tres años apuesta por una forma de viajar responsable, asegura que su compromiso es “trabajar por el desarrollo y el conocimiento mutuo de los pueblos utilizando como herramienta el turismo. Hacer de los viajes una experiencia enriquecedora tanto para el visitante como para el visitado, partiendo siempre de una visión igualitaria que respete a los otros y a su cultura”.
El turista responsable busca los llamados “hoteles verdes”, ya que el alojamiento también encuentra fórmulas para contribuir con el ecosistema. En Holanda, el Hotel Garden Court solo sirve alimentos orgánicos a sus huéspedes, el suelo del sótano está realizado con botellas recicladas y el mobiliario con madera reutilizada. Las habitaciones consiguen mantenerse a una temperatura óptima en cualquier época sin emplear aire acondicionado ni calefacción, todo gracias a una bomba de calor y ventanas de triple panel. La electricidad del hotel se obtiene por medios ecológicos y a su vez dispone de un sistema que limita el desperdicio de agua. Además de buscar la estancia más ecológica, el viajero ético puede adoptar otras acciones como comprar productos y recuerdos elaborados por las comunidades locales, utilizar bienes y servicios locales, viajar en transporte público y proteger el medio ambiente mediante la conservación de los recursos naturales. Agrotravel propone también acabar con los impactos indeseables como el Turismo sexual, la explotación infantil, el dumping inmobiliario.
“Para poner en práctica el desarrollo sostenible en el turismo hay que implementar acciones a diversos niveles”, señala el profesor de la Universidad Complutense Miguel Ángel Troitiño: desde la acción política, de ciudades y regiones turísticas, de la industria turística, de la hostelería y la restauración y de la demanda. “Se trata de una estrategia necesaria, que persigue insertar el turismo en un marco de compatibilidad con el medio ambiente, con la sociedad, con el patrimonio cultural y la economía”, añade el experto. Este verano toca llenar la maleta de responsabilidad, tolerancia y ética.
La autora es periodista.
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