La moral de la izquierda en la crítica actual

Las llamadas izquierdas latinoamericanas han entrado a una nueva etapa de crisis. La primera etapa de decadencia se produjo a mediados del siglo pasado, cuando en su radicalidad de palabra sostenía, a tambor batiente, que iba a llevar al proletariado al poder y desplazar para siempre a la derecha oligárquica, pero viró en los hechos y terminó llevando a la ultraderecha al Gobierno y a los obreros a cruentas matanzas.

La segunda etapa de esa decadencia se vive en la actualidad. Las izquierdas se arrepienten de sus libros y sus ideas, llegan algunas veces al Gobierno y ponen en práctica ideas que hacen retorcer la historia. Para mantenerse en el poder proponen construir el socialismo sobre el ayllu ya desaparecido y afirman que no se debe pasar la etapa capitalista, aunque, finalmente, su tránsito por las cumbres del Gobierno sirve para llenar los bolsillos y prepararse para la etapa de contrarrevolución.

Dos casos patéticos. El reciente de Eduardo Galeano que ha abjurado a su libro “Las venas abiertas de América Latina” y del que afirmó: ¡“Después de tantos años no me siento tan apegado a ese libro como cuando lo escribí. El tiempo pasó… comencé a aproximarme más a la realidad humana… trató de ser un libro de economía política… No sería capaz de volver a ese libro. Me desmayaría. Para mí esa prosa de izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría…”! ¡A confesión de parte, relevo de prueba! Los izquierdistas son cada vez peores.

Otro caso dramático es el del famoso comandante zapatista de México, “Marcos”, que por boca propia confesó que nunca había existido y sólo fue un fantasma para asustar a ingenuos. Igual que otros líderes elevados a la potencia de paradigmas mundiales, disponen de aviones de lujo, se han vuelto caballeros y se rozan con los círculos de millonarios.

Los ilustres marxistas-leninistas están avergonzados del mundo. Vladimir Putin acaba de promulgar una ley que prohíbe el uso de palabrotas malsonantes en los medios de comunicación, piezas teatrales y conciertos y en los libros y las obras de arte. Evo Morales proclama para todo el mundo los principios coloniales “no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas flojo”.

No seré yo el que entre en esa polémica. Acudo por ello al ex presidente de Francia Nicolás Sarkozy, que sostuvo: “Hoy, hemos derrotado a la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. De esos que el pensamiento único es el del que lo sabe todo, y que condena la política mientras la practica. Desde hoy no permitiremos mercantilizar un mundo en el que no quede lugar para la cultura: desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos impusieron el relativismo.

La idea del que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable.

El slogan era “vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”. Quisieron terminar con la escuela de excelencia y de civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor.

Esta izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Hay que rehabilitar la cultura del trabajo.

Aman mucho la escuela pública pero mandan a sus hijos a colegios privados. Adoran la periferia, pero jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún invasor, pero no aceptan que se instalen en su casa.

Son esos -concluye- que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la república. Hoy debemos volver a los antiguos valores del respeto, la educación, la cultura, y de las obligaciones antes que los derechos. Éstos se los gana haciendo valer y respetar los anteriores”.