[Armando Mariaca]

Urgencia de “reparar” nuestra Democracia


La Democracia en que vivimos desde la aprobación del Voto Universal, disposición hecha ley por el Legislativo en agosto de 1956, lamentablemente requiere de una especie de reparación o, tal vez mejor, complementación porque renació con un grave defecto que le quita mucho valor al Legislativo, primer y más importante Poder del Estado.

Efectivamente, entre las muy reiteradas “grandes conquistas logradas por la revolución”, establecer el voto universal fue algo positivo; pero no completo porque la ley apareció y tuvo vigencia hasta nuestros días, cercenada, incompleta. Los intereses partidistas del MNR aprobaron que senadores y en parte diputados, sean designados por los partidos políticos. Es cuando se estableció que en un 50% los diputados o miembros de la Cámara Baja sean designados “a dedo” -nombrados “plurinominales”- por el jefe de partido o por su comité político; es decir, se arrebató o quitó a la ciudadanía el derecho de elegir a los representantes nacionales: senadores y diputados. El restante 50% fue denominado “uninominal”, elegido por el voto popular.

Las diferencias siempre han sido notables porque, quiérase o no reconocer, senadores y diputados elegidos “a dedo” por los partidos, se han debido a ellos, a sus partidos; en cambio, se entiende que los diputados uninominales elegidos por el voto tomaron al país en su conducta y sus conciencias como principio y fin, aunque hayan candidateado siendo militantes de un partido o, siendo independientes, con alguna tendencia política.

Muchas veces, en todos los gobiernos desde el año 1956, surgieron preguntas en el pueblo: ¿Por qué el Legislativo sólo es una dependencia del Poder Ejecutivo? ¿Por qué ha perdido la libertad que, según señala la Constitución, debe tener? ¿Por qué, desde 1956, “no cuenta” el sentir ni el interés directo de la colectividad porque cada “plurinominal” obedece las órdenes y directivas de su tienda partidista? Son preguntas que tendrían que responder los mismos integrantes de ambas cámaras.

Es cómodo, muy conveniente, para las organizaciones partidistas “disponer” de senadores y diputados “a sus órdenes”; parlamentarios que no han hecho campaña, no se han dado a conocer, ni han mostrado programas e intenciones para cumplir en las cámaras y fueron designados de hecho con “méritos” y aptitudes convenientes sólo para el partido. Esta es una realidad que pesa grande y gravemente sobre el comportamiento del Legislativo.

Lo grave de esta situación es que generalmente los senadores y diputados plurinominales resultan ser mayoría en el Congreso, y los uninominales parecería que “se contagian” por aquellos e igualmente pierden toda iniciativa, toda conciencia de independencia y no actúan -salvo raras excepciones- conforme habían prometido y pregonado durante campañas que hicieron para darse a conocer por la ciudadanía que votó. Así, cuanto más se analice este problema, se concluirá en que es preciso retocar o reparar a nuestra Democracia para que su vigencia sea plena, efectivamente independiente y libre de la influencia de los otros poderes del Estado, puesto que debe entenderse que senadores y diputados elegidos por el voto libre y soberano del pueblo (cuyos ciudadanos están inscritos en el Padrón Electoral), sin injerencia ni intervención -y hasta presión- ejerciten el derecho de votar por elementos que sean de su preferencia. Lo contrario, senadores y diputados plurinominales, sólo son conocidos por “el partido” y la ciudadanía nada tiene que ver con ello.

Por principios constitucionales y morales, se debe entender que todos los senadores y diputados elegidos por el voto popular deben actuar libre e independientemente y al margen de sus propiciadores o partidos; ellos, como legisladores, representan efectivamente a distritos del país o al pueblo mismo y, por lo tanto, deberían alejarse de los intereses y conveniencias político-partidistas; en otras palabras, al ser legisladores, no debería haber en ellos injerencia, presión, influencia y dependencia de los partidos porque se convierten, por la acción del voto popular, en representantes nacionales que están muy por encima de los partidos.

Todas las tiendas partidistas deberían tomar conciencia de este problema y decidir la “reparación” a nuestra Democracia que no puede ni debe mantenerse cercenada con senadores y diputados que no son efecto del voto, aunque normalmente se convoca a elecciones con el rótulo “para designar Presidente, Vicepresidente, senadores y diputados” -una convocatoria lejana de la verdad que no debería subsistir-. Nuestra Democracia merece ser vivida como debe ser, lo demás es, simplemente, engaño y aceptar que el Poder Legislativo esté cercenado.

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