Una vez instalado en el poder político del país el año 2006, el actual esquema de gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) hizo conocer, a través de un costoso aparato de propaganda, la idea fuerza del cambio, basado en la idea de que todo lo anterior había sido malo y que con la llegada del dirigente de las seis federaciones de productores de la hoja de coca del Chapare al poder, el país cambiaría.
El cambio en su concepción filosófica ya fue tratado en la antigua Hélade y Grecia, y fue el filósofo Heráclito que sostuvo que “todo cambia, toda permanece”, es decir que la vida y su decurso es un permanente cambio o transformación de todo.
Desde la concepción sociológica, la sociedad en la que vivimos los seres humanos sufre fenómenos de transformación y una de ellas en su expresión más radical es el cambio revolucionario, es decir de las estructuras económicas (según la teoría marxista) y según la teoría general, la transformación de los modos de vida y pensamiento. El cambio social acompaña al hombre desde que vive en sociedad, partiendo de la primitiva tribu hasta este tiempo y el futuro es, además de sociológico, un fenómeno histórico.
En el estudio científico del cambio debemos preguntarnos: ¿qué cambio?, ¿cuánto cambia?, ¿por qué se producen?, ¿en qué orden se producen?, ¿hacia qué objetivos apuntan? Tenemos las teorías imanestistas, externalistas, lineal, cíclica, variable recurrente, etc.
Resulta importante examinar a los “agentes del cambio”, es decir que grupos sociales son los que promueven el cambio. En el caso que nos interesa, es decir en la propuesta del actual régimen de gobierno, lo han sido algunos movimientos sociales, es decir los grupos de presión y los grupos de interés, como se los denomina en Ciencia Política y en Sociología Política (Duverger), o sea aquellas agrupaciones sociales organizadas en función de un interés de grupo, especialmente económico, como son los que respaldan en buen número al actual régimen de gobierno, como los cocaleros o los cooperativistas mineros, etc.
Con la finalidad de promocionar su propuesta de cambio (?), el MAS o más bien sus teóricos, comenzaron por descalificar el pasado histórico y apuntar que nacía un nuevo Estado, al que le llamaron plurinacional, es decir conformado por varias naciones (36 según la Constitución Política), de las que en realidad tienen vigencia 3: quechuas (la mayoritaria), aymaras y guaraníes, que desde la conquista hispana se han occidentalizado en buena medida, ignorando que la mayoría del país es mestiza (como lo demostró el Censo de 2012).
Por otro lado se hizo propaganda por la llegada al poder del primer indígena, cuando ya en el Siglo XIX y en los primeros años de la vida republicana gobernó cerca de una decena de años el Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana, constructor de la nacionalidad boliviana. Se impuso un símbolo junto a la bandera de la república, la wiphala (sin antecedentes históricos), y se cambió de nombre a las principales entidades públicas (las superintendencias en autoridades y así otras).
En general el cambio del MAS se concentró en empoderar a un grupo de gente de algunas organizaciones sociales, pero el poder real quedó en manos de una reducida oligarquía (poder de pocos), que en estos más de ocho años son ministros, viceministros, embajadores, presidentes y gerentes de empresas estatales, etc. El pueblo y los indígenas (en cuyo nombre se gobierna) siguen en su inveterada situación de subsistencia, con excepción de pequeños grupos que con el contrabando, el narcotráfico y los beneficios del poder político se han enriquecido.
Las formas, modelos de conducta, concepciones, no han cambiado, siguen las mismas de antes y peor aún, se han exacerbado el uso y abuso del poder político, el enriquecimiento a costa de los intereses públicos, la deficiente gestión pública, el compadrerío, el uso de influencias en beneficio propio y en general la corrupción, más aun cuando los ingresos al tesoro público se han multiplicado por cinco.
En este tiempo de nueva consulta al pueblo, debemos buscar un nuevo cambio, es decir ir del cambio al recambio, pues el cambio es o debe ser permanente.
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