La campaña político – diplomática contraria a los supremos objetivos de reivindicación marítima boliviana, desplegada por La Moneda, no tiene límites ni mide consecuencias. En este marco voces interesadas tienden a distraer, a la opinión pública regional y mundial, con aseveraciones que no reflejan los históricos propósitos que encierra la demanda marítima, que actualmente es motivo de estudio, de análisis y debate, en la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
En contraposición a esa perversa campaña de desinformación, que alienta el gobierno de la señora Michelle Bachelet Jeria, resurge, como una respuesta formidable y contundente, el respaldo y la solidaridad latinoamericana con Bolivia que ha buscado siempre recuperar lo suyo, de manos del agresor de 1879. Y basta mencionar, en este contexto, la generosa actitud asumida por la república del Ecuador, país con el que nos unen fuertes lazos de hermandad, desde los tiempos del Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana, el Protector de la Confederación Perú - Boliviana. Aunque ante la caída de Santa Cruz en Yungay, el Congreso Nacional “aprobó, en 1839, un voto de aplauso a los chilenos por haber obtenido esa victoria” (Fernando Baptista Gumucio: “Intervenciones parlamentarias”, 1980, pág. 48). Son ironías de la historia, por cierto.
En consecuencia la república del Ecuador ha reiterado, por medio del presidente Rafael Correa, su apoyo a la demanda marítima, al correr del presente mes. El dignatario de Estado, en declaraciones formuladas a los órganos periodísticos santiaguinos, dijo: “Me ratifico totalmente en esas palabras” (EL DIARIO, mayo 15, de 2014).
“Bolivia que nació con mar y lo perdió por la fuerza y Paraguay que nació sin mar, pero ambos necesitan ese acceso al mar para poder acelerar la transición, el paso hacia el buen vivir”, había dicho, el pasado año, en el departamento de Cochabamba, a donde llegó por invitación de su homólogo boliviano (EL DIARIO, octubre 4, de 2013).
Los bolivianos debiéramos ponderar estas actitudes amistosas que nos inyectan fortaleza, en nuestra permanente e incesante búsqueda de justicia, con la creencia de que ella permitirá a Bolivia retornar a las costas del Pacífico, que le fueron arrebatadas por la reprochable invasión anglo – chilena de 1879.
En este marco, la señal de amistad ecuatoriana compromete no sólo el reconocimiento sino la gratitud del conjunto nacional. Hecho que nos tonifica para seguir bregando en La Haya hasta lograr la recuperación de una salida libre, útil y soberana al mar, para Bolivia. De veras que sólo el soporte de la comunidad internacional hará posible la restitución del Derecho boliviano en las costas del océano Pacífico.
En suma: la tarea inmediata es captar mayor respaldo internacional a fin que la demanda marítima boliviana no sea un hecho aislado en el mundo.
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