Sombras para el periodismo

Acabo de asistir, en Santiago de Chile, a un seminario organizado por el Carter Center que se propuso repasar la situación de la libertad de expresión en la región, ahora que hay gobiernos deseosos de limitarla.

Para mi sorpresa, la situación más difícil de Sudamérica se da en Ecuador, donde el gobierno ha aplicado medidas dirigidas a reducir al mínimo las libertades de opinión y de expresión.

Un colega colombiano opina que en Ecuador el método para acabar con la libertad de prensa fue mucho más efectivo, aunque no tan ruidoso como el que se da en Venezuela, en Argentina o en Bolivia.

Allí incluso opera una policía que controla las redes sociales. Hace un mes fue despedida una periodista por haber opinado de manera contraria al gobierno de Rafael Correa en su cuenta de tuiter.

Las opiniones favorables al surgimiento de leyes que limitan la libertad de prensa con el argumento de que los “propietarios” de los medios son enemigos de los pueblos también se hicieron escuchar.

Aunque hubo, por otro lado, denuncias de conductores de radios “populares”, de las creadas para “democratizar la información”: fueron sometidas a sequías absolutas de publicidad, asediadas por las autoridades de telecomunicaciones o estranguladas por las oficinas de impuestos, o controladas por los gobiernos.

Se conoció también que en Bolivia fueron creadas 130 emisoras campesinas, todas las cuales deben hacer cadena con radio Patria Nueva, con lo cual los medios gubernamentales se multiplicaron.

Acerca de por qué estos gobiernos se proponen acabar con la libertad de prensa, se escuchó la tesis de que quisieran tener el monopolio de las decisiones, sin la posibilidad de críticas, como era antes de que, en 1450, Gutenberg inventara la prensa de caracteres móviles y nacieran los periódicos.

Se anotó también que estos gobiernos llegaron a donde están gozando del tratamiento ecuánime de los medios de comunicación que ahora quieren acallar.

El debate es intenso, aunque quienes apoyan que se acabe con la libertad de prensa mantienen el estilo solapado, pues se escudan en que los medios representan a minorías que no desean perder sus privilegios.

La situación de los medios bolivianos comprados por personas afines al gobierno vino a perjudicar a esta tesis. O a mostrar que hay un camino diferente para llegar a la censura total: la compra de los medios.

En fin, fue un seminario interesante.

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