Juan Bautista del C. Pabón Montiel
Conocimos a destacados compositores, autores, pianistas de la talla del grande Gilberto Rojas Enríquez, que un tiempo fue Supervisor de Educación Musical de la ciudad de La Paz, de la misma manera a Jaime del Río, Julio Martínez Arteaga, Ignacio Duchén de Córdoba, Carlos Palenque Avilés, Pepe Murillo, el cantor del pueblo Carlitos Romero, con el que grabamos con la orquesta Típica “Florida” un disco de vinil de 33 revoluciones, a mediados del siglo pasado. Escritores y poetas olvidados y cantantes que en su mayoría murieron en la pobreza, fruto de su honestidad y honradez.
Gilberto Rojas E. compuso las mejores piezas para el país, como el caso de “Viva Santa Cruz”, que es un segundo himno cruceño, y un centenar de canciones que mostraron su capacidad creadora y el difícil arte de componer y escribir música. Julio Martínez Arteaga, con una increíble vida bohemia, dedicó composiciones a las mujeres, motivo todas ellas de nuestros amores de la juventud y la adoración mística que les teníamos y les tenemos.
Pero no conocemos que hayan dedicado a un Presidente, con la obsecuencia de la última “composición” de Aldo Peña, el boliviano nacido en Santa Cruz de la Sierra. El señor Peña cantó a la autonomía, a su tierra natal con un estilo postmodernista, cuyas letras y música entrañan sensualismo, vivacidad en ritmos de bachata, villera y reguetón, etc., etc., propios de la juventud actual. Personalmente no encontramos calidad, gusto estético o metáfora en la composición que cantó en fecha 26 de mayo en el programa “Que No Me Pierda” de la Red Uno, dedicado a la madre. Vulgar la recitación, ordinaria la letra, como si se le hubiera acabado la imaginación y capacidad creativa a don Aldo Peña.
Respetamos su derecho a componer, a cobrar por su “profesionalismo” -que el señor Peña invocó en el Programa de César Galindo y Enrique Salazar -, pero lo que señalamos frontalmente, con los mismos derechos que tenemos, es el servilismo de don Aldo, la lisonja barata al presidente Evo Morales Aima. Por algo será, ¿verdad?
Y aquí va el pitazo final, por la indignación que ha causado la “creación” del citado señor Peña, todo lo hizo bien hasta la fecha, pero al final para morir con orgullo, altivez y dignidad le falló el tiro penal sin arquero, rompiendo la copa de cristal y diamante que debían entregarle su pueblo y admiradores. ¡Patada de jumento, don Aldo!
Puerto Suárez, Santa Cruz, Bolivia.
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