Antimperialismo criollo

Imperialismo tiene su origen en el vocablo imperio, que a su vez se origina en el término latino “imperiu” que significa imperar, mandar, imponer y en Ciencia Política es un sistema de poder que abarca una gran extensión territorial, imponiendo su autoridad y cultura sobre otros pueblos.

La teoría marxista nos dice que el imperialismo es la última etapa del capitalismo, luego de la cual se debería pasar al socialismo, lo que no ha sucedido en la realidad.

En la historia de la humanidad, los imperios aparecieron en la antigüedad, así antes de Cristo se destacaron el imperio persa, el macedónico y el romano (uno de los más importantes por su influencia en el mundo). España fue también un imperio que tuvo colonias en Asia, América y el Caribe. Inglaterra se constituyó en un gran imperio hasta las primeras décadas del pasado siglo, y luego de la Segunda Guerra Mundial se constituyeron los imperios Norteamericano (USA), a la cabeza del sistema capitalista democrático y el de la ex Unión Soviética (URSS), que lideró a los países del socialismo comunista, derrumbándose estrepitosamente en los años 90.

En los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, la política de los pueblos del mundo estuvo influenciada por el socialismo comunista en sus variadas corrientes, unas veces enfrentadas entre sí, pero en general con el discurso antimperialista, es decir contra las políticas de Estados Unidos en el mundo. Debido a la guerra fría con la ex URSS, algunas de sus políticas se realizaron con la intervención abierta o solapada de los asuntos internos de otros países, en especial de los denominados subdesarrollados o de escaso desarrollo, denominándose a esta situación “neocolonialismo”.

Al derrumbarse la ex Unión Soviética, quedó en el mundo sólo el capitalismo y la superpotencia norteamericana, pero al acabar la guerra fría, la presencia del imperio norteamericano se ha dado sólo en regiones de alta conflictividad, como en Irak y Afganistán, junto a sus aliados europeos, dejando otras áreas a países emergentes para que lideren sus regiones.

En nuestra Latinoamérica, se han instalado en el poder político de algunos países, regímenes de gobierno de corte populista de izquierda, inspirados en el socialismo cubano que viene haciendo aguas, pero con un fuerte discurso antimperialista, como en los años 60 y 70 del siglo pasado, cuando se debería aprovechar las ventajas del mayor mercado de consumo que es Estados Unidos. Algunos de estos gobiernos o más bien sus caudillos periódicamente atacan al imperio, pero hacen negocios con el mismo, como es el caso de Venezuela que vende buena parte de su producción hidrocarburífera al imperio que ataca.

La breve crisis de liquidez que afectó al sistema capitalista de los países ricos de Norteamérica y Europa, hizo brillar los ojos de los antimperialistas que no escatimaron palabras para anunciar el fin del capitalismo o el principio del fin, pero el sistema demostró que está sólido.

Mientras en algunos países con regímenes de gobierno populistas de izquierda se pronuncia discursos antimperialistas, en el imperio (más bien primera potencia del mundo, aunque más opaca en sus políticas) se vive una extraordinaria revolución científica y tecnológica, con la informática y su constante desarrollo, la robótica, la nano tecnología, la producción de gas natural adherido a las rocas subterráneas con tecnología barata y la permanente investigación científica que se hace en sus universidades, siendo el país donde más inventos se registra al año y donde más estudios de medicina se hace. Silicon Valley es uno de los centros de investigación, y los recursos estatales volcados a la investigación científica están entre los más altos en el mundo.

Mientras pretendemos hacer revoluciones socialistas de discurso en algunos países atrasados, en otros como la China, fueron abiertas las puertas a las inversiones capitalistas, la ciencia y técnica.

Definitivamente la globalización de este tiempo es como un tren que pasará por la estación, o nos subimos o nos quedamos en el atraso, lo demás son discursos.