Guillermo Ferguson nació en Irlanda en 1803 y se incorporó a La Legión Británica en 1819, muy joven. En tierras americanas luchó bajo las órdenes de los generales José Antonio Páez y Antonio José de Sucre. Estuvo presente en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho.
Nombrado edecán el coronel Guillermo Ferguson, no se separó del Libertador Simón Bolívar en el Perú, ni en su ingreso al Alto Perú. Estuvo presente en el ascenso al Cerro Rico de Potosí en septiembre de 1825, y en las visitas a Chuquisaca, Cochabamba y la ciudad de La Paz.
De vuelta a la Gran Colombia, a su capital Bogotá, estuvo siempre al lado del Libertador, después de la Convención de Ocaña, que nombró a Bolívar Libertador-Presidente obligándolo a ejercer una dictadura.
Como edecán de Bolívar, el Cnel. Ferguson no podía separarse de él, más aún en momentos de peligro, como era en esos trances, debido a las intrigas políticas de individuos como Francisco de Paula Santander, que llegaron a concebir que la última forma de separar a Bolívar de la dirección de Colombia era a través de su eliminación.
Pese a que el Libertador incluso había nombrado al Gral. Santander su embajador ante los Estados Unidos de América, éste dirigía todos los complots destinados al retiro del Libertador. La Gran Colombia significó para el Libertador el sacrificio más grande de su vida política, tarde o temprano la vería disgregada en los tres países que la componían: Venezuela, Nueva Granada y Ecuador.
Y los atentados empezaron el 7 de agosto de 1828, durante un baile realizado por el aniversario de la Batalla de Boyacá, cuando 12 de los conjurados, armados sólo de puñales, habían decidido rodear al Libertador, apretujarlo en medio de la concurrencia y apuñalarlo sucesivamente hasta su muerte final. Parecía una copia de la muerte de César en el Senado Romano.
Pero los conjurados no contaban con el hada madrina que era Manuelita Sáenz para Bolívar. La intuición femenina de Manuelita quiso impedir la concurrencia del Libertador al baile, sin lograrlo. A media noche se presentó en el baile Manuelita, desgreñada y mal arreglada; la guardia quiso impedirle la entrada, pero ella armó tal escándalo y alboroto, que Bolívar tuvo que llevarla a palacio.
Los conjurados ingresaron a la fiesta, sin encontrar a Bolívar, que minutos antes había abandonado el recinto en compañía de Manuelita. Recorrían los salones preguntando: ¿dónde está el Presidente?, ¿dónde está Bolívar?
Los conjurados no se desanimaron, entre el 15 y 16 de septiembre se planeó el asesinado del Libertador.
Dos días antes al 25 de septiembre, una señora de incógnito pidió una audiencia para visitar al Gral. Bolívar. No estando presente el Libertador, Manuelita atendió a la señora, quien le advirtió de los preparativos para el asesinato de Bolívar en los próximos días.
El día 25 de septiembre de 1828, los ciudadanos Agustín Horment, Wenceslao Salaibar, Faustino Gonzales, el comandante Carujo, el capitán José Ignacio López, y otro sinnúmero de personas, tomaron el Cuartel de Artillería, y divididos en tres grupos, se dirigieron al Palacio de Gobierno.
Ultimaron a la guardia, dirigiéndose a los aposentos del Libertador, en su camino se encontraron con el edecán de Bolívar, el coronel Ferguson, quien espada en mano murió luchando contra los conjurados. El cabecilla del grupo, comandante Pedro Carujo, le descerrajó un disparo; el Cnel. José Bolívar también fue asesinado. En esa escaramuza fue herido igualmente el Cnel. Andrés Ibarra.
Manuelita, mientras tanto, facilitaba la huida del Libertador por una ventana del dormitorio.
Así murió en cumplimiento de su deber el heroico Cnel. Guillermo Ferguson, no había llegado a cumplir 25 años.
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