Otra vuelta de tuerca: el depredador depredado

(Israel Badani).- “Cuatro veces siete” es un cortometraje realizado en la ciudad de La Paz con base en una costumbre aymara, con la participación de actores de renombre y realizado por el joven cineasta José Carlos Velasco.

La trama inicia al dar un contexto sobre el ritual andino de la Waxt’a, que consiste en una ceremonia de sacrificio en ofrenda a la Pachamama, por agradecimiento y para petición de prosperidad y protección.

La locación principal es una construcción que no está concluida. “Don Luis”, que es el maestro de obras de un grupo de albañiles, hace creer al señor Sánchez (dueño), junto a los demás personajes, que sacrificarán como ofrenda a Bryan, un joven ayudante de albañil.

Luego de que Sánchez, quede en total estado de ebriedad los papeles se invierten y “don Luis” termina con la vida de este para quedarse con el maletín lleno de dinero que estaba destinado a la edificación.

Al complicarse todo por una supuesta y confusa “resurrección” casi espectral de Sánchez, el misterio, para mí, comienza.

El manejo de cámaras, las miradas y gestos de Bryan (Limber Calle) permiten mostrar a un joven asustado:

“¡Qué waso! ¡Cómo pues al mismo dueño le vamos a matar!”, dice. Este ejemplo permite mostrar al guion con un lenguaje claramente popular, con dialectos paceños que “entrampan” al público en un mundo que está debajo del Illimani y que valora un poder en el guion que, se nota, es respetado a lo largo de la filmación.

Los dialectos y eufemismos propios de lo coloquial paceño dan crédito a la actuación de los personajes y una comprensión directa en el espectador.

El final, como toda buena obra de arte, de narración, es sorpresivo y fuerte.

Con los mismos dialectos o eufemismos podríamos describir el final con un: “¡Uhhhh!”.

El porqué del título no se muestra hasta el final del filme.

La obra cinematográfica queda queda en la retina del espectador.