Nuestra amada patria Bolivia nació luego de más de 15 años de lucha tenaz que sostuvieron los patriotas altoperuanos contra los poderosos ejércitos españoles, hasta conseguir la libertad e independencia. La naciente república fue bautizada con el nombre del Libertador Bolívar y luego como Bolivia, nombre que ha mantenido hasta este tiempo, pese a algunas corrientes dentro del actual régimen de gobierno populista de izquierda, que con el argumento de la Constituyente sacaron al exterior su antibolivianismo y propusieron cambiarle de nombre.
Estas corrientes antibolivianas que tienen fuerte presencia en el gobierno del MAS periódicamente hacen conocer sus posturas en diversas publicaciones de nuestro medio, así como en los numerosos encuentros que a título de indigenismo se realizan, en especial en nuestro país y en algunos otros.
Uno de los argumentos que se ha estado pronunciando ha sido el de las mayorías indígenas, dato que en el último censo de 2012 fue rebatido, pues más del 60 por ciento de la publicación se declaró mestiza.
Entre los más persistentes teóricos del indigenismo populista está el señor Álvaro García Linera, que en diversas publicaciones desde la Vicepresidencia del Estado argumenta el carácter indígena de la sociedad boliviana, incluso desconociendo una de las medidas históricas de carácter social de la Revolución Nacional, como fue la incorporación del indio a la nación boliviana con plenos derechos, pues no sólo se les reconoció la ciudadanía plena y el voto, sino que se les dotó de tierras para que trabajen en propiedad e incluso de armas para defender su revolución. (Identidad Boliviana, Vicepresidencia del Estado Plurinacional, 2014).
Otro de los exponentes del indigenismo anti boliviano es el señor Eusebio Gironda, que fue durante seis años asesor de la presidencia actual, quien en su libro “El fin del Estado Khara” sostiene: “La patria es una ficción inventada por los depositarios del poder...”. “Esta es la razón por la que los indios no consideran suyos el Estado Khara... el nombre del país (Bolivia), su cultura...”.
En El Juguete Rabioso, No. 128, de fecha 1 de mayo de 2005, publicación dirigida por Walter Chávez, importante asesor de la presidencia del actual Gobierno, Germán Montaño Arroyo en una nota con el título: “Una mirada crítica de Waskar Chuquiwanka. ¿Himno Nacional colonialista?”, sostiene que los símbolos patrios de la República de Bolivia son ajenos la nación de la indianidad, quienes tienen sus cantos e himnos para descolonizarse. Esta simbología sería sólo de una minoría étnica criolla mestiza.
El controvertido agitador y exponente de la corriente indigenista fundamentalista, Felipe Quispe, en la edición de la revista Pukara de marzo de 2010 sostiene: “Nunca vamos a ser bolivianos”, frase rotunda que importa una peligrosa corriente antinacional y germen de la disolución de la Patria.
La Patria, que es la síntesis social de sus habitantes, está representada por sus símbolos, como la bandera, el escudo, el himno nacional, sus héroes y su cultura, además de otros, que son la expresión de lo que somos, producto de nuestro pasado y su proyección hacia el futuro. Los símbolos patrios son tan antiguos como la existencia humana en sociedad.
Es por lo que anotamos que los que sostienen la corriente anti nación boliviana exclaman como Gironda: “Los indios no forman parte de este Estado (Boliviano) o los libertadores no significan nada para los indios...” y proponen: “la destrucción de los símbolos oligárquicos (pág. 116 del libro El fin del Estado Khara).
Esta corriente encubada en el gobierno del MAS comenzó por dar categoría de símbolo del Estado (antes república) a la wiphala (Art. 6 II de la Constitución). Son varios los intentos por cambiar de nombre a la plaza Murillo, nombre que sintetiza las luchas independentistas de la nación, y son constantes las agresiones a la cultura republicana, democrática y nacionalista que sostiene el pueblo boliviano.
Con el débil argumento de la descolonización, se pretende echar todo el pasado como si fuera oprobioso, olvidando que somos el producto de nuestra historia, con sus luces y sombras.
Estas posturas son un germen a la disolución y un riesgo a la seguridad nacional.
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