La aversión de Arce a los jubilados

Alcanzar la edad avanzada había sido humillante, porque si se tiene fortuna se recibe una jubilación. Si se carece de ella, se está a expensas del ministro Arce. En cambio, es obediente para que en el Palacio de Gobierno se derroche en banalidades y abalorios.

El ministro “cuenta cuentos” de la Economía está demostrando que les tiene aversión a los que viven modestamente de una renta jubilatoria. Hasta este medio año, no les otorgó ni un centavo del reajuste anual de salarios que se les otorga a los trabajadores activos.

A propósito, vale la pena recordar que el año pasado un Ministro de Hacienda del Japón recomendó a las personas que cumplían sesenta años que dejen de medicarse, obviamente para no extender su existencia. Por supuesto, tenía una explicación, pero parecía un certificado de defunción.

Argumentó que la economía del Japón no podrá, más adelante, seguir pagando los subsidios que concede al presente, porque el Tesoro Fiscal carecerá de capacidad para seguir cumpliendo con estas obligaciones.

Su recomendación deshumanizada causó escándalo nacional e internacional. De tal magnitud fueron las reacciones adversas, que el ministro tuvo que abandonar su despacho por la puerta trasera. Sin embargo, hay algo que reconocerle, a estas horas. Fue sincero, aunque no supo calibrar el alcance de lo que planteaba.

En cambio, hay otros que, en otras latitudes, no se atreven verbalmente a tanto, pero con disimulos, pretextos y malabares es como si actuaran bajo ese siniestro criterio. Eso sí, no les faltan recursos para acudir a la publicidad más dispendiosa, con el ánimo de subestimar y/o rechazar las demandas de los jubilados.

Habla de compromisos contraídos con dirigentes endebles de los jubilados que los cumple puntualmente, pagándoles todos los aumentos que les corresponde en sus rentas mensuales.

A menos que el ministro “cuenta cuentos” tenga algunos preferidos, el resto no recibió un solo centavo de incremento en sus rentas jubilatorias. Las pruebas son las papeletas de pago que se les extiende, las que desde diciembre no tienen variante alguna.

Con tales recursos, a los jubilados bolivianos se los somete a que sean cada día más pobres, pues desde enero el costo de vida ha subido de manera constante. Se pretende utilizar los informes del INE para negar que tal cosa esté ocurriendo, pero sucede que, desde hace tiempo, al INE nadie le cree, su descrédito es total.

Así, todo esto se asemeja a la presunta existencia del Ministerio de la Mentira en un gobierno dictatorial. La idea la extrajo de su imaginación el escritor George Orwell, en su famoso libro “1984”.

A fin de que no se crea que estas líneas son desvaríos de su autor, el 18 de este mes, Israel Camacho Monje, a quien no tengo la fortuna de conocerle, publicó en este mismo órgano de prensa un artículo con el título “Sigue el ensañamiento contra jubilados”.

Dos de sus párrafos son muy coincidentes con lo que se expresa en esta nota:

“Al parecer de manera cruel los gobernantes de turno de nuestro desdichado país se han propuesto no sólo matar paulatinamente de hambre a los rentistas jubilados, sino de forma más rápida, efectiva y en masa, mandar a todo el sector a dos metros bajo tierra, para que de una vez por todas dejen de molestar y perjudicar las incuestionables labores gubernamentales”.

“No otra cosa supone el enseñamiento contra los rentistas jubilados, que son personas de la tercera edad (ancianos y ancianas) que no están pidiendo limosna, mucho menos una dádiva, sino, entiéndase bien, lo que por ley les corresponde, tanto a trabajadores activos como pasivos. Nos referimos al 10% del incremento salarial, y pago retroactivo de los meses de enero a mayo de 2014. Si bien se hizo efectivo ese pago en los primeros días de junio a los trabajadores activos, incomprensiblemente no sucedió lo mismo con los pasivos”.

Por último, es necesario puntualizar que los jubilados de reparto, en el tiempo que trabajaron, han cumplido estrictamente con las leyes. Un porcentaje de su salario se les descontó durante los años previstos, para que adquieran el derecho a la renta jubilatoria.