Para estas próximas elecciones generales se encuentran en campaña grupos políticos carentes de tradición, trascendencia, ideología, programas, liderazgo, idoneidad, competencia y capacidad, tan sólo empujados por egocentrismo, prevalidos de su condición económica.
A todo esto se suma el “pasapasismo” y la falta de valores morales, actuando al calor de circunstancias. Ninguno de los grupos políticos es capaz de impulsar su propio esquema, sus dirigentes no despiertan en el pueblo confianza debido a sus antecedentes, apropiación indebida de fondos públicos, compromiso con partidos políticos neoliberales y tantos daños ocasionados en la administración del Estado.
En el MAS se tiene a elementos que nada tuvieron que ver con la formación ideológica doctrinal y programática con la que se fundó esta agrupación. Se apoderaron de este partido quienes arribaron cuando llegó el MAS al poder, capturando su conducción y han impulsado el usufructo y encubren delitos y casos de corrupción que cotidianamente son denunciados.
Es bueno señalar que ninguno de los candidatos está dotado de condiciones de estadista capaz de movilizar al pueblo sin ofrecer dadivas, recursos económicos, cargos públicos, negociaciones de espacios de poder político llenas de demagogia, ni puede movilizar multitudes por sus propuestas despertando inquietudes políticas, cualidades de honradez, ética moral y otras virtudes. En el pasado, con su palabra y su ejemplo lograron miles de seguidores líderes talentosos como Oscar Únzaga de la Vega, Mario Gutiérrez Gutiérrez, Gonzalo Romero Álvarez García y otros, ejemplos de dignidad, elevada moralidad pública y virtudes ciudadanas.
Los actuales partidos o agrupaciones políticas no cuentan con andamio estructural ni organización, están conformados por núcleos de oportunistas angurrientos de ocupar un curul parlamentario o pretender tal vez ser ministros u ocupar algún cargo en la administración pública. No hay patriotismo.
No se puede negar que existe crisis política, de liderazgo político en Bolivia desde hace años y no se vislumbra posibilidad de surgimiento de hombres nuevos. La Patria exige una conducción renovada y renovadora con la presencia de hombres con indeclinable ansia de servicio, capital esencial, como nuestros antepasados lo hicieron enfrentando las dificultades de circunstancia para legarnos una herencia de renunciamientos y fecundas realizaciones, despojados de apetitos personales e imbuidos del deseo de servir al pueblo.
Ellos deben manifestar claramente que hay un mañana de esperanza para los justos y perseverantes, que la lucha por ideales y principios no tiene precio; que el camino moral es el más largo, pero el más firme; que el amor a la Patria es fe inextinguible cuando se busca su mejor destino; que se tiene que luchar por los pobres y desvalidos y no utilizar desmedidos recursos del Estado.
Pero todas las obras que se entrega con bombos y platillos como propaganda política están sobredimensionadas económicamente. Se hace reuniones intrascendentes, llamadas “cumbres”, eventos nacionales o internacionales con gran derroche de recursos del Estado, mientras sectores sociales arrastran su miseria por las calles, donde niños y ancianos deambulan pidiendo limosna para alimentarse con un pedazo de pan sin techo ni abrigo, que no tienen dónde cobijarse, viviendo algunos en tugurios miserables. Jóvenes e incluso profesionales buscan trabajo, lo que cada día va ocasionándoles frustración, infortunio. Mientras tanto continúa la opulencia de unos pocos, surgida de la corrupción, de contrabando, narcotráfico y negociados con bienes y riquezas nacionales. Las enfermedades sociales destruyen el capital humano que no cuenta con protección. Los males sociales descontrolados prosiguen su avance.
¿Dónde está la justicia social? ¿Dónde está la sensibilidad de quienes tienen poder económico o político? Todos ofrecen mucho, pero el pueblo ya no les cree.
Es seguro que de no estar obligados a votar, el ausentismo de los electores vencería a todos los actuales políticos.
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