Aspectos psicológicos y las elecciones de octubre

El gobierno del doble cuatrienio de Evo Morales puede haber entregado algunas obras físicas (canchas con césped artificial, sistemas de agua rurales, locales escolares, vías de comunicación sin un plan integral de prioridades, etc.), en diversos lugares del país dentro del programa “Bolivia cambia, Evo cumple”, primero financiado por Venezuela y ahora por el Tesoro Nacional, lo cual benefició su imagen y atención pública.

Sin embargo, al presente esas actuaciones no son las únicas que sirven para elegir al candidato que se hará cargo de manejar las riendas del Estado por otro período de gobierno, sino que existen otros factores tanto o mucho más importantes que aquéllos y que, en momentos determinados, son los únicos que influyen y determinan el resultado final del proceso electoral. Es más, esos factores, ya no materiales sino psicológicos, son los que decidirán el voto ciudadano, particularmente en las áreas urbanas.

Estos últimos factores que responden a las características de una nueva realidad y dependen de ella, ahora han adquirido cierta independencia relativa que hace variar sustancialmente los pronósticos tradicionales obtenidos con base en antiguas formas de considerar la realidad.

En efecto, esa independencia del pensamiento político -resultado de que no es posible dar una explicación directamente económica del contenido de una ideología, ya que existe cierta desigualdad entre el desarrollo económico y el ideológico- es el que ha adquirido actualidad y vigencia.

Esa independencia relativa del desarrollo de la ideología es, a la vez, más notorio en las leyes propias del desarrollo ideológico, que no pueden limitarse directamente a la economía, y que se encuentran más alejadas de la base económica y en el hecho de que sobre la evolución de la ideología ejercen influencia complementaria factores de orden extra económico, como la participación personal de unos u otros pensadores, la influencia de diversas formas de ideología, la diferencia de sistemas de concepción de ideas políticas, jurídicas, morales, etc.

Para las elecciones de octubre próximo ahora ya no pesan tanto los factores materiales, sino más los psicológicos, pues éstos se han convertido en elementos decisivos. Efectivamente, el electorado ya no se fija en las obras sino considera que está cansado de ver durante años seguidos la misma cara, la misma sonrisa, su barba desaliñada, su peinado hirsuto, su figura invariable, oír discursos repetitivos llenos de errores gramaticales, etc., que son los que al presente influyen en la toma de la decisiones definitivas de los electores.

Así mismo, aparte del aburrimiento y cansancio general, frutos de la monotonía, la población lejos de acostumbrarse a las figuras reiterativas y poses teatrales, ahora considera que no cometerá el error de votar para seguir observando los mismos cuadros en otros cinco años, por más que se derroche millonadas, se anuncie obras faraónicas y se acuda a recursos de mínima cuantía, agigantados por engañosa propaganda.

Ahora, en las elecciones nacionales los ciudadanos se guiarán por nuevas propuestas históricas, planes de gobierno coherentes articulados con un plan de desarrollo integral del país y el carisma de los candidatos, en nuevas figuras y ya no se basarán en escuchar “grandes” ofrecimientos ideológicos carentes de contenido, ni en oír las mismas letanías y filípicas recargadas de grandilocuentes exposiciones, so pena de caer en un estado de decepción o disgusto, típicos de un círculo vicioso imposible de romper.