El tango
Armando Palau Aldana
Precisamente ad portas de la segunda vuelta presidencial, especialmente si volvemos a ser gobernados por el títere del Hombre de las Tinieblas, un tema que viene a la ocasión es “Cambalache”, en lunfardo (jerga propia de los malandrines y delincuentes en Buenos Aires, con palabras italianas, africanas y gauchescas, adoptada por las clases populares y medias en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, adoptado como lenguaje de los tangos), significa trueque y hace referencia a las compraventas.
Este tango fue compuesto por Enrique Santos Discepolo en 1934 para la película “El alma del bandoneón” y lo cantó por vez primera en el Teatro Maipo Sofía “La Negra” Bozán. Corresponde a la “Década Infame” de Argentina de 1930 a 1943, caracterizada por golpes de Estado cívico militares. La canción fue censurada y restablecida en el gobierno de Juan Domingo Perón en 1949 y vuelta a censurar en la dictadura militar entre 1976 y 1983.
Dice Alfredo Eduardo Villafañe “Este tango es el manifiesto de la desilusión y lo que señala la existencia de nuestros sueños; pero también es la expresión de la aceptación de la realidad. Con bronca y con dolor se termina aceptando que se acabaron las falsas ilusiones de haber llegado a lo mejor. Es un grito de protesta frente a una realidad absolutamente alejada del ideal soñado. Con esto se concluyen los reproches, pero lo que no se terminará son las manifestación es del dolor de lo perdido”.
SIGLO XX Y EL TANGO CAMBALACHE
Letra
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también;
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
¡Que falta de respeto,
qué atropello a la razón!
cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto al calefón.
Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo´a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley.
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