Sobresalientes fueron las expresiones del presidente uruguayo José Mujica, en oportunidad de su participación en la fenecida reunión del G-77 llevada a cabo en nuestro país. Mujica inicialmente reiteró su deseo de dar una salida al mar al Paraguay y Bolivia a través de un puerto en su propia costa, que en su concepto “hasta pudiera ser propiedad delos gobiernos regionales” y serviría para que ambos países hermanos puedan salir con su madera, sus minerales, su soja, etc. hacia el Atlántico y, sobre todo, se consolide el intercambio energético entre los países de la región, permitiendo con ello enfrentar de mejor forma las situaciones de déficit que hoy soportan algunos países vecinos. Recordemos, asimismo, el reciente proyecto férreo que Uruguay ofreció a nuestro país.
Pero lo más trascendente del magistral discurso de Mujica parecería que vino entre líneas. Consecuentemente basta interpretar y comprender lo expresado que, inevitablemente, apunta a nuestra realidad nacional, al preguntarse en su mensaje “¿cuál es el desarrollo que anhelamos?, ¿el mismo que ha creado occidente industrial, u otro desarrollo?, ¿son los mismos valores?, ¿es la misma cultura? Entonces la trampa está tendida, porque nuestras formas de vida tienden a copiar las formas de vida que ha generado ese occidente industrial... Nuestros hoteles son iguales, nuestros autos son iguales, nuestra opulencia aparentemente es igual en sociedades que tienen otra realidad”, dijo.
“Me quedé pensando mucho, hermano Evo”, afirmó, en alusión al discurso de nuestro Presidente, “de que traes algo ancestral de los pueblos indígenas... Pero lo ancestral es lo eterno, el amor a la vida, que no puede estar separado de la sobriedad de vivir, de la sencillez, de la fraternidad, de la solidaridad elemental. Pero si nos formamos en la cultura del despilfarro innecesario, coadyuvamos y secundamos para que el capitalismo siga acumulando, porque si no introduce una cultura de despilfarro, pierde la fuente esencial de la acumulación... Si seguimos, pues, en esa trampa es posible que logremos desarrollo material, pero no lograremos desarrollo Humano y el ejemplo debe corresponder fundamentalmente a los hombres que gobiernan. No se está en los gobiernos de nuestras repúblicas para hacer plata, o consumir plata, o para acumular riquezas”, señaló…
“¡Se está para luchar en el sentido más profundo de las fuerzas de nuestros pueblos. Hoy nos tienden la mesa, y nos invitan a coparticipar con un espíritu espléndido y abierto, y somos buenos, hasta potables; incluso nuestra rebeldía sirve para decorar el museo de las buenas intenciones. Pero basta”, expresó. “No podemos seguir dándole ‘manija’ a la Civilización del despilfarro cuando se está agrediendo nada más y nada menos que la dignidad de nuestros pueblos”, manifestó.
Lo anterior alude al millonario despliegue y ostentación expuesto por nuestro país en aquella cita; con la falacia folclórica de “quedar bien ante el mundo”, desconociendo deliberadamente o no que el contexto internacional conoce -aún mejor que nosotros- nuestra situación de pobreza y subdesarrollo.
Pero la personalidad, hábitos y simpatía del mandatario uruguayo, hoy llamado “el Mandela de América Latina”, no es nueva. El llamado presidente más pobre y humilde del mundo ejercita en la vida diaria su propio discurso, así como renuncia a chofer presidencial remunerado, conduciendo su propio vehículo.
Retornando a lo anterior, asumidos los buenos deseos e intenciones como corolario de la reunión, a cumplirlos a largo plazo, la onerosa cita ya forma parte de nuestro turbulento archivo histórico.
No obstante todo lo anterior, asumiendo el principio penal de rescatar lo favorable y restringir lo odioso, hoy la comunidad dirige su mirada al extraordinario despliegue logístico asumido por la Policía y FFAA en el pasado evento, con la confianza de que aquellos medios y material hoy disponibles, sean utilizados –con la capacitación correspondiente- en patrullajes y vigilancia de refuerzo para la institución del orden, en coordinación con gobernaciones y municipios, asegurando nuestra convivencia pacífica; la erradicación de la violencia y el control de armas; haciendo posible la seguridad vial, evitando el bloqueo de caminos urbano y rural, brindando protección civil y custodia de personas e instituciones, lucha contra el tráfico de personas y drogas en el área urbana particularmente, así como el apoyo ligero de asistencia sanitaria y bomberos.
Todo esto en el marco de labores de seguridad ciudadana auspiciada en ocasión de la cumbre de Tarija y anunciada por el Gobierno.
Recordemos que según el Art. 1º de la Constitución, Bolivia es un Estado de Derecho, que debe promover, resguardar y proteger los derechos y libertades fundamentales de las personas, adoptando medidas de orden legislativo, administrativo y jurisdiccional, para brindar irrestricta seguridad ciudadana.
El autor es abogado.
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