Por un principio elemental de economía, el ahorro y la previsión han resultado ser los mejores motores para el desarrollo y progreso de los países ricos y desarrollados. Las políticas preventivas de lo que pudiese ser ha obligado a los grandes dirigentes de naciones ricas a obrar con prudencia, equidad y ecuanimidad con las disponibilidades de dinero. En cambio, países que habiendo obtenido buenos réditos en sus economías, han despilfarrado su peculio y han desaprovechado las oportunidades de acrecentar sus medios financieros para luego invertirlos en fuentes de producción y riqueza.
En nuestro país, pobre y subdesarrollado, muchas veces se ha obrado con desidia en el manejo económico, se ha recurrido a préstamos onerosos y caros, se ha dispuesto reservas que podían servir para los momentos de crisis y se ha vulnerado todas las reglas de buen comportamiento financiero. Todo esto lamentablemente ha ocurrido en los últimos ocho años, en los que han primado buenos precios para todo lo que exportamos: gas, minerales y algunas materias primas.
Altos precios internacionales vigentes desde el año 2006, nos ha permitido disponer de mucho dinero porque el gas que tenía un precio de $us 0.90 hasta el año 2005 ha llegado a cotizarse en más de $us 100; el estaño de $us 1.60 la libra fina ha subido hasta más de $us 10 y, así, el resto que exportamos como materia prima, también ha subido diez o más veces. Esta disponibilidad de dinero, como nunca en la historia del país, ha dado lugar a que se llegue a contar con más de 14 mil millones de dólares como reserva y, además, el Gobierno ha tenido a su disposición dinero hasta llegar al extremo de dispendio en los gastos y adquisiciones de lujo que el país no necesitaba.
A pesar de toda esa bonanza, por no haber obrado con sentido de previsión y ahorro casi nunca se pudo reducir mucho los déficits de los presupuestos anuales, los que siempre han sido aprobados con déficits que se ha llegado a acumular irresponsablemente; por otro lado, se ha seguido con las políticas de prestarse dinero hasta el extremo de ser colocados bonos soberanos pagando altos intereses.
Esta situación de bonanza, pero carente de previsión y sentido de ahorro tuvo su contraparte porque si bien se tiene reservas por más de 14 mil millones de dólares, se tiene una deuda externa y otra interna que, más o menos, cubre el monto de las reservas, quedando un remanente mínimo que apenas alcanzaría a los dos mil millones de dólares.
Mientras no se adopte políticas de ahorro y previsión, nunca podremos alcanzar situaciones efectivamente bonancibles en nuestra economía, cuya bonanza permita, efectivamente, combatir a la pobreza que apenas ha sido reducida en mínimos porcentajes en estos años en los que se pudo hacer mucho, pero se hizo muy poco.
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