Los actuales teléfonos inteligentes parecen unos dispositivos pequeños, pero en realidad son pequeñas computadoras que están repletos de sorpresas. Los smartphones modernos cada vez cuentan con más sensores, una progresión que evoluciona a la par con el aumento de funciones. Los más avanzados pueden llegar a incorporar cerca de una veintena de sensores. Y la tendencia es añadir más sensores a los dispositivos móviles según pasa el tiempo. Uno de los más conocidos es el acelerómetro, que mide la celarción del dispositivo en relación con la caída libre. Sirve para determinar la posición del móvil en tres ejes. por ejemplo, sirve para que la imagen en pantalla cambie de formato apaisado a vertical cuando el usuario lo mueve. El giróscopo también aporta información sobre la orientación del smartphone, aunque con una mayor precisión.
Algunos sensores nos ayudan a reducir el consumo de la batería, como el sensor de luz ambiente, que gradúa el nivel de brillo de la pantalla para adaptarlo a las condiciones. Y el sensor de proximidad, que normalmente situado cerca del auricular, y que funciona mediante infrarrojos, cuya misión es activar el dispositivo cuando el usuario se lo acerca a la oreja, por ejemplo. Los teléfonos móviles suelen integrar un barómetro, que mide la presión atmosférica, y puede determinar la altitud con respecto al nivel del mar; eso ayuda a mejorar la precisión del GPS. El magnetómetro, que detecta campos magnéticos, es muy común; se emplea para aplicaciones que requieren una brújula para orientarse con respecto al Polo Norte de la Tierra.
Los smartphones más modernos actúan como estaciones meteorológicas portátiles. De ahí que algunos modelos incluyan un termómetro para medir la temperatura ambiente e incluso un sensor de la humedad de la atmósfera. Y los que tienen vocación de herramientas para la práctica de deportes es habitual que posean un pedómetro, que cuenta los pasos que da el usuario. Esto además se completa con un sensor de frecuencia cardiaca, para detectar las pulsaciones por minuto de los vasos sanguíneos colocando un dedo en el dispositivo. También están los sensores de huella dactilar, que se emplean como método de autenticación para desbloquear el equipo. A esto hay que añadir los sensores de gestos de los modelos más avanzados, que detectan los movimientos de la mano mediante rayos infrarrojos.
Por otro lado las pantallas táctiles disponen de sus propios sensores de presión. Y las cámaras (normalmente dos, una en el frontal y otra en la trasera) tienen sensores de imagen para poder tomar fotografías y grabar vídeos. Muchos smartphones tienen tres micrófonos (uno para hablar y otros dos para las ambas cámaras) que están dotados de sensores por ultrasonidos. Finalmente, existen otros relacionados con la posición del dispositivo, como los sensores de trilaterización, que emplean la red móvil para determinar la localización, el del GPS (Global Positioning System), y los del Bluetooth y el de la tecnología de campo comunicaciones de campo cercano NFC (Near Field Communication).
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